Un acuerdo sobre la deuda que genera esperanzas

El nuevo “crédito” otorgado por los acreedores financieros e institucionales no deberá ser malgastado, como ocurrió con gestiones anteriores. El país necesita recuperar en lo inmediato la senda de crecimiento.

Un acuerdo sobre la deuda que genera esperanzas

El Gobierno nacional anunció que finalmente llegó a un acuerdo con los principales tenedores de deuda pública, para renegociar los intereses y los plazos de pago de unos 66 mil millones de dólares.

El grado de adhesión de los tres grandes grupos de acreedores se conocerá en definitiva el 24 de agosto próximo, aunque fuentes oficiales estiman que superará el 80 por ciento de la deuda bajo tratativas.

Las claves del acuerdo radican en el establecimiento de un valor presente neto de 54,80 dólares por cada 100 dólares renegociados, la reducción de la tasa de interés y el estiramiento de los plazos, todo lo cual supondría un alivio de unos 30 mil millones de dólares.

La propuesta dista bastante de la comunicada a los mercados el 20 de abril, bajo el apotegma de “tómalo o déjalo”, con un valor presente neto de 39 dólares.

No obstante, el cierre de las negociaciones implica una decisión acertada para comenzar a encauzar una grave situación económica y social como la que vivimos.

Sin dudas Argentina necesitaba una resolución de esa naturaleza, que no sólo traerá alivio para las cuentas de la gestión del presidente Alberto Fernández, sino que supone, a la vez, una hoja de ruta para el endeudamiento externo de provincias, de municipios y de empresas.

Es un paso positivo en la dirección que anhelaba la comunidad de negocios para salir de la peor debacle de la historia argentina.

Sin embargo, como han señalado exfuncionarios y exnegociadores, el acuerdo es necesario pero no suficiente para generar un equilibrio en la macroeconomía.

La sociedad reclama ahora conocer el plan que permitirá ajustar el déficit fiscal, ordenar la emisión monetaria y fijar una política cambiaria, además de establecer las coordenadas para un crecimiento sustentable en el largo plazo.

Esos supuestos deberán estar incluidos en la próxima negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es, en realidad, el principal acreedor por 44 mil millones de dólares.

El gobierno del Frente de Todos deberá afrontar esa etapa sin dogmas y dejando atrás los eslóganes de campaña y las manifestaciones multitudinarias prohijadas contra el organismo, que demandará un plan creíble para cumplir con el nuevo pacto sobre la deuda.

El nuevo “crédito” otorgado por los acreedores financieros e institucionales no deberá ser malgastado, como ocurrió con gestiones anteriores.

El país necesita recuperar en lo inmediato la senda de crecimiento, para amortiguar las penurias que sufren millones de argentinos, pese a la potencialidad y los recursos existentes en nuestro vasto y variado territorio.

En un mundo plenamente globalizado es imprescindible estrechar las mejores relaciones con el resto de los países, en particular para contemplar las posibilidades de inversiones que son las únicas que, a la postre, pueden inducir el crecimiento.

Y_para ello, el acuerdo que se está comenzando a lograr por la deuda externa puede servir como un índice de confiabilidad acerca de que nuestro país honra sus obligaciones pero necesita que el mundo, particularmente los países más desarrollados, lo apoyen en su voluntad de superar la grave crisis que hoy nos aqueja.

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