En plena transición presidencial estadounidense, la crisis por la guerra en Ucrania y el futuro de ese golpeado país constituyen dos de los interrogantes más importantes de la comunidad internacional.
Desde que Rusia decidió invadir territorio ucraniano, a fines de febrero de 2022, Estados Unidos, a través de la administración demócrata del presidente Joe Biden, lideró una postura occidental firme y decidida a favor de la independencia territorial de Ucrania. Rápidamente, el ala occidental de Europa, en línea con la OTAN, se alineó detrás de las gestiones para intentar frenar la avanzada de las fuerzas a la orden de Vladimir Putin.
A lo largo del tiempo de guerra transcurrido, las gestiones del presidente ucraniano, Volodimyr Zelensky, sirvieron para mantener viva la llama del apoyo occidental al país invadido.
Sin embargo, la campaña presidencial que terminó con las elecciones que consagraron nuevamente presidente de EEUU a Donald Trump parece haber abierto una nueva etapa en cuanto a la mirada del país del Norte hacia el conflicto que mantiene en vilo a Europa.
Mucho se ha especulado durante los últimos años sobre qué tipo de vínculo político y afectivo une al líder ruso con el ahora electo jefe de Estado norteamericano. Es sabido que mucha demora del Congreso de EEUU para aportar ayuda económica y militar a Ucrania fue atribuida a la reticencia de un buen sector de legisladores republicanos cercanos al ahora presidente electo.
Trascendió que en la reciente reunión protocolar que mantuvieron el presidente Biden y su sucesor Trump en la Casa Blanca, el actual jefe de Estado le reclamó al electo ser contemplativo con los requerimientos de Ucrania. De todos modos, la Casa Blanca dispuso en los últimos días la autorización al gobierno de Ucrania para la utilización de misiles de mediano y largo alcance para repeler los ataques rusos y también buscar alcanzar objetivos puntuales del país invasor. Tal vez sea una suerte de contrapeso ante la disposición de efectivos militares norcoreanos que colaboran con las fuerzas rusas. Putin ya dio respuesta a tan desafiante postura de EEUU y todas sus intervenciones generan especulaciones sobre el uso de armamento nuclear.
Lo que sí es pertinente determinar en este momento es si el presidente Biden, en plena transición hacia la toma del poder por parte de Trump, fue o no prudente al autorizar el uso de armamento de mayor alcance por parte de las fuerzas ucranianas. Es un interrogante que en mayor medida debería plantearse por la vía diplomática, lamentablemente muy poco utilizada en estos casi tres años de guerra.
La comunidad internacional parece mantenerse en deuda con éste y otros conflictos que afectan a distintas regiones del mundo. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha sido totalmente pasivo con respecto a Ucrania, lo cual es grave si se tiene en cuenta que uno de los cinco países miembros permanentes de dicho organismo es, justamente, Rusia.
Ucrania es un país que ha sufrido tremenda destrucción en cuanto a infraestructura y bienes edilicios en general. Sus principales ciudades sufren las consecuencias de los ataques de Rusia y la población ha sido víctima de obligados desplazamientos y hasta secuestros y desapariciones. El número de víctimas es elevado. Por ello se justifica la expectativa por el nuevo cambio de mando en el estratégico Estados Unidos.