Tomar conciencia de conducir sin beber alcohol

Uno de los determinantes más frecuentemente asociado con la siniestralidad vial es el consumo de alcohol. En nuestra provincia se producen muchas muertes por personas que causan incidentes de tránsito por haber bebido antes de conducir. La repetición de casos agobia y exaspera que no se puedan disminuir estas conductas.

Tomar conciencia de conducir sin beber alcohol
En nuestra provincia se producen muchas muertes por personas que causan incidentes de tránsito por haber bebido antes de conducir. / Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Empezó diciembre, mes tradicional de festejos por las Fiestas de Fin de Año. Como todos los años, hacemos desde estas columnas el sincero y esperanzado llamado para que tomemos conciencia y apostemos a la vida procurando que no haya incidentes de tránsito de magnitud, cuyo resultado siempre es dolor por la muerte de personas o la ocurrencia de lesiones graves, que dejan severas secuelas.

Las organizaciones de defensa de la vida, los organismos oficiales o privados que militan la seguridad vial y las autoridades de competencia en el tema de circulación de vehículos, ya han empezado con sus campañas y acciones de prevención.

Pero, además de insistir en el manejo defensivo y el acatamiento estricto a las normas viales, es urgente impedir que personas que hayan bebido asuman la conducción de automotores. Esto se ha convertido en un tema recurrente en la realidad mendocina, que mantiene alta la ocurrencia de incidentes de tránsito ocasionados por la ingesta de bebidas alcohólicas por parte de personas que conducen automotores. El alcohol al volante mata. Hay que asumirlo y en eso debemos comprometernos todos los integrantes de la sociedad.

Según datos proporcionados por la Sociedad Argentina de Evaluadores de Salud (SAES), el beber y conducir participa del 30% de los siniestros viales y genera, por cada alcoholizado, cuatro muertes de personas no alcoholizadas.

Son precisamente expertos de esta institución los que además aclaran que “debe distinguirse y separarse en cantidades y excesos. Conviene recalcar que, para nuestra juventud, o una parte de ella, no es el alcohol sólo la causa sino su exceso, dolorosa moda de confundir diversión con padecimiento y siniestralidad”.

Para otra organización que sabe mucho de estas problemáticas, el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV, Buenos Aires), siete de cada diez personas desconocen cómo funciona el alcohol en el cuerpo humano. Luego de la ingesta, durante la primera hora se produce la “absorción”, donde el alcohol en la sangre aumenta y alcanza el cerebro. Recién una hora después de la última ingesta se inicia el proceso de “eliminación” del alcohol. Por ejemplo, tomando dos vasos de whisky, se adquiere una alcoholemia de 1 gr/litro de sangre y se tardan seis horas en eliminar su contenido etílico (en la primera hora se absorbe y luego se elimina 0,2 gr/l por hora).

Uno de los determinantes más frecuentemente asociado con la siniestralidad vial es el consumo de alcohol (en muchos estudios en naciones como EEUU o España supera el tercio de los conductores fallecidos).

Es por estas razones que el alcohol es para la medicina una droga porque, cuando ingresa al organismo, modifica una o varias de sus funciones. Pero es una droga tóxica porque, según la dosis, altera la salud y puede quitar la vida. Es una droga dura, porque puede generar dependencia psicológica y fisiológica (Organización Mundial de la Salud).

Sus efectos sobre el rendimiento psicomotor, la visión y el comportamiento, y por ello, sobre la capacidad para conducir con seguridad, aumentan el riesgo de siniestros.

En todo momento, pero mucho más ahora que se acercan las Fiestas, valoremos estas explicaciones que nos proporcionan los entendidos y que contribuyen a prolongar la vida.

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