En un artículo reciente, en esta misma sección, reflejamos la inquietud que genera en el plano institucional del país el cambio constante de las reglas de juego por parte de las autoridades y la dirigencia política en general.
En ese momento nos referimos a la repentina modificación dispuesta en el sistema electoral de San Juan, que por iniciativa de su gobierno restableció la muy polémica Ley de Lemas, que en la provincia vecina había sido derogada en 1999.
Por otro lado, en estos días San Luis siguió los mismos pasos. Acaba de ingresar a la Legislatura de esa provincia un proyecto del gobierno local que también dispone la implementación de la Ley de Lemas para las elecciones provinciales del año próximo.
Con este sistema no sólo se vuelve en el tiempo con un modelo de elección que le resta legitimidad a quien resulte ganador, sino que, fundamentalmente, se desvirtúa la importancia de la participación ciudadana en la selección de los candidatos. Insólitamente, en el mismo acto se definen internas y se eligen autoridades.
Por otra parte, en el orden nacional está muy avanzada la idea del oficialismo de eliminar las elecciones primarias del calendario electoral nacional del próximo año.
¿Motivos? Se aducen cuestiones presupuestarias, pero también hay una fuerte presión de los gobernadores del Frente de Todos, seguramente para que parte de lo que eventualmente no se gaste en esas elecciones se redistribuya en sus cuentas, en la mayoría de los casos muy dependientes de los aportes de la Nación.
Este avance es totalmente inapropiado y un atropello desde el punto de vista institucional, puesto que el proceso preelectoral hacia las elecciones del año próximo, en la práctica, ya está en marcha.
Y lo más sugestivo es que la eventual suspensión de las PASO perjudicaría mayormente a sectores de la oposición que tienen varias opciones en cuanto a candidaturas para ofrecer a la ciudadanía.
Con las PASO el votante puede decidir a qué candidato apoyar cuando hay más de una opción en el espacio partidario de su predilección.
Las primarias tienen el sentido de comprometer a la ciudadanía en la resolución de las internas de partidos o coaliciones, con el propósito de dejar de lado la determinación de candidaturas en forma frecuentemente amañada.
Si, como también se aduce desde el oficialismo, el sistema no respondió a las expectativas desde su implementación, debería ser objeto de un debate serio en el Congreso, despojado de toda especulación partidaria, como sí ocurre ahora.
Lamentablemente, muchas veces los sectores mayoritarios (partidos o alianzas) optaron por acuerdos de unidad que condujeron hacia listas únicas que desvirtuaron el sentido de las PASO.
La calidad de las instituciones arranca por la tranquilidad de la gente para elegir a sus representantes.
Por ello los mecanismos de selección de éstos mediante el voto popular deben ser siempre claros y duraderos.
Especular con conveniencias partidarias para digitar la aplicación o no de un sistema de votación habla muy mal de la dirigencia gestora de esa iniciativa y termina deslegitimando a los políticos responsables del rumbo de nuestro país.