Una reciente encuesta encargada por Coninagro, una de las principales organizaciones ruralistas del país, determinó que en nuestra provincia siete de cada diez productores define a su actividad como un mal negocio.
Entre otras consideraciones, los encuestados culpan por la situación a la presión impositiva del Estado (en este punto la queja supera el 90%) y a la falta de financiamiento para hacer frente a las inversiones requeridas.
Según los dirigentes de la entidad rural convocante, el sondeo realizado ha puesto de manifiesto el profundo deterioro que las actividades del campo, en sus distintas áreas, viene sufriendo desde hace muchos años en el país y, por extensión, también en nuestra provincia.
En el caso puntual de la producción mendocina, son significativas las consecuencias de la descapitalización por la crisis económica y la presión fiscal. Una buena proporción de productores afectados por la crisis han dedicado gran parte de su vida a las labores del campo y no encuentran otra opción para su sustento, por lo que insisten con sus labores aun en un contexto perjudicial como el actual.
Y en los casos de quienes en otras épocas han estado en condiciones de generar puestos genuinos de trabajo gracias a sus emprendimientos, ahora viven un panorama tan incierto que no sólo no les permite tomar mano de obra calificada; en algunos casos, ni siquiera la necesitan en virtud de la abrupta caída productiva.
Todo este cuadro de situación explica, de algún modo, por qué el Gran Mendoza ha obtenido uno de los índices de pobreza más altos del país, cuando la media nacional experimentó una leve baja en el segundo semestre de 2021, de acuerdo con los datos que dio a conocer el Indec.
Siempre la migración desde el campo a la ciudad en búsqueda de sustento generalmente ha acrecentado la precariedad de vida en un escenario de deterioro del salario y el empleo como el que se observa.
En dicho sentido, de la encuesta también surge otro indicador contundente: más de 60% de los productores consultados siente que están económicamente peor que hace 5 años, mientras que un 40% cree que, en el mediano plazo, no más de 5 años, se hallará aún peor que en la actualidad.
Pese al problemático panorama que arrojó la encuesta de Coninagro, de la misma también surge un dato no menor: la casi totalidad de los consultados consideró que Mendoza se encuentra exportando muy por debajo de sus posibilidades.
Esto demuestra que el malestar expresado a través del sondeo tiene asidero, puesto que la impotencia del productor lo lleva a observar cómo la posibilidad de ganar mercados en otros países se diluye por la parálisis creciente de sus actividades.
El campo ha sido y es el motor de la economía del país. Y las producciones regionales, como la de Mendoza, han logrado insertarse en el terreno de la comercialización de mayor nivel merced al esfuerzo y espíritu de superación de sus cultores, incluso sobrellevando la habitual adversidad de las contingencias climáticas.
No es justo, por lo tanto, que dicha fuente de trabajo y riqueza siga siendo relegada por malas políticas.