En el estrépito de la campaña electoral rumbo a las legislativas de noviembre, la dirigencia política intercambia críticas por la decisión de algunos distritos de bajarle el rango de obligatoriedad al uso del barbijo, un elemento indispensable en la prevención contra el coronavirus. Sin embargo, otros indicadores más serios y calificados alertan sobre un probable repunte de contagios de la enfermedad.
Esa advertencia coincide estos días con una marcada tendencia de sectores de la población a relajarse en el cuidado personal. Y allí encuadra cierta distensión de la gente en el uso del barbijo.
Mendoza no queda a salvo de esa situación, en momentos en que una significativa baja en la curva de contagios ha motivado un riesgoso exceso de confianza en la ciudadanía. Pero habrá que ser cautos y rigurosos. La pandemia continúa entre nosotros y nadie la puede dar por superada de modo unilateral o por decreto. Al revés, epidemiólogos y sanitaristas aconsejan asumir las precauciones; más aún frente a la circulación de nuevas variantes de la enfermedad
No hay nada novedoso en esto de desatender las opiniones de los expertos: si en la etapa más cruenta de la pandemia eran noticia las fiestas clandestinas o las reuniones sociales que excedían de forma holgada el número de personas permitidas, ahora que los reportes diarios son algo más alentadores será difícil un acatamiento lineal a las disposiciones tendientes a no relajarse en la falsa creencia de que lo peor de la peste ya es historia.
Es cierto que los programas de vacunación han sido de enorme utilidad en la batalla por mitigar la ola de contagios y de decesos relacionados con el coronavirus, pero nadie puede pronosticar que esa inoculación alcance para ponerse a salvo de la variante Delta, por mencionar una de las cepas.
La experiencia adquirida en los momentos de mayor estrago indica que las curvas oscilan hacia la suba o la merma. Sin embargo, habrá que estar atentos a los indicadores en crecimiento que se observan en un ámbito crucial: el Área Metropolitana de Buenos Aires.
No es un dato aleatorio que la ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, haya confirmado el pasado martes que las personas inmunocomprometidas y las mayores de 50 años recibirán un tercera dosis de la vacuna contra el coronavirus. Se trata de acciones claras en el sentido de que la pandemia no ha sido doblegada.
Relajarse en el cuidado personal o dar de baja el barbijo en la dudosa creencia de que estamos libres del Covid-19 no ayudará a coronar con éxito una lucha que ha enlutado a más de 100 mil familias.