Es una verdad obvia y notoriamente sabida que Mendoza sería inviable sin la presencia del árbol que nos protege y cobija, pero ese patrimonio forestal que tanto queremos y necesitamos, no está en su mejor estado.
Desde la línea editorial de este diario se insiste en la necesidad de que los temas del agua y el árbol, sean una cuestión de Estado y que estén en el primer plano de las prioridades.
Es que se reportó una situación crítica en el arbolado público luego del último y severo viento Zonda que se abatió sobre el Gran Mendoza.
El momento amerita tomar medidas urgentes para mejorar la situación del millón o más de ejemplares que siguen en pie (653.000 en el Gran Mendoza), erradicar ya los que quedaron dañados y en riesgo de perder la vertical y replantar lo más que se pueda en distintas partes del territorio.
Calificamos como positivo que el Gobierno provincial haya presentado recientemente los resultados preliminares del Censo de Arbolado Público del área Metropolitana y la aplicación Mi Árbol, de última tecnología. Se trata de un dispositivo único en Latinoamérica con un completo sistema de información y gestión que brinda, entre otras prestaciones, información georreferenciada de cada árbol del Área Metropolitana.
La iniciativa generada en la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial –a través de Unicipio– se inició con el relevamiento terrestre de cerca de 3.300 kilómetros, continuó con un vuelo fotogramétrico de un área de 2.000 km2 y ahora muestra gran cantidad de datos integrados en una plataforma informática de gestión.
Es decir, que se ha incorporado una tecnología moderna al servicio del árbol, algo más abarcativo que un simple censo o conteo de ejemplares.
La herramienta en cuestión, que en principio alcanzará a los siete municipios del Área Metropolitana, permite clasificar árboles según especie, estado vital, tocones o nichos vacíos.
También posibilita acceder al extenso mapa de acequias de 5.404 kilómetros o visualizar el estado de la canopia continua o “túnel arbóreo”.
Por otra parte, y dentro de la búsqueda de las mejores posibilidades para el arbolado público, resulta muy oportuno el estudio de Claudia F. Martínez, investigadora del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe) del CCT-Conicet Mendoza, que propone plantar especies nativas o adaptadas a nuestro medio, cuyo crecimiento no sea altamente afectado por condiciones sostenidas de estrés hídrico que se padece.
Recomienda en tal sentido utilizar, a la hora de reforestar, acacia visco, que se adapta a los riegos discontinuos y deficitarios. La paleta de opciones para acrecentar nuestro bosque urbano puede ser completada con la implantación de jacarandá, aguaribay, maitén, algarrobo, celtis, cina cina o tipa. En cuanto a las introducidas de otras latitudes y adaptadas al clima local, figuran: plátano, fresno, crespón, árbol de Judea, sófora, sapindo y olivo de Bohemia.
El futuro del arbolado público, en el que se observa la falta de más del 30% de ejemplares, depende entonces de decisiones como las comentadas y en el aumento paulatino del replante de forestales en las calles, al borde de las rutas y en otros escenarios. Asimismo, urge desarrollar una adecuada sanidad del sistema forestal, que impida la reiterada y peligrosa caída de ejemplares enfermos.