En un nuevo aniversario de la muerte del General José de San Martín siempre es propicio reconocer y destacar sus virtudes como militar y gran estratega de la independencia de los pueblos de nuestra región.
No cabe duda de que fue el gran gestor de la independencia argentina, pero su convicción libertadora la extendió con capacidad y visión de estadista tanto a Chile como a Perú, país al que llegó a gobernar.
La eficiencia con la que manejó a su ejército tuvo basamento en su maestría para trazar estrategias en el terreno de combate.
Quienes admiran sus dotes como militar resaltan su disciplina para encarar las distintas misiones que ideó y concretó.
Ese ejercicio fuerte del mando, sin embargo, nunca se apartó del equilibrio a la hora de tomar decisiones y el respeto por sus jefes a cargo y soldados, según coinciden, con distintos escritos, personalidades que a lo largo de los años rescataron sus virtudes y logros para el país.
Los mendocinos tenemos el privilegio de recordar al General San Martín por haber elegido a esta región de Cuyo como destino para vivir en familia, pero, fundamentalmente, para organizar la gesta libertadora.
Su misión atravesando Los Andes fue realmente una proeza reconocida en el plano internacional a través de los años.
Con un ejército para nada ideal en cuanto al número de efectivos cruzó la cordillera para encarar batallas que permitieron derrotar a fuerzas bélicas claramente superiores.
Por otra parte, su misión no quedó limitada al campo militar.
San Martín imaginó una nación creciente con la que siempre quiso contribuir en lo referente a su organización.
Por ello, ya como Gobernador Intendente de Cuyo le dio un fuerte apoyo a la formación del Congreso Nacional de Tucumán, en el que se concretaría la independencia luego del proceso iniciado el 25 de mayo de 1810.
En 1816, José de San Martín tuvo una postura insistente para que los congresales provenientes de las distintas provincias concretaran con firmeza y convicción la declaración de la independencia de las por entonces Provincias Unidas del Río de la Plata. Mucho se ha escrito sobre su contacto frecuente con uno de los representantes de Cuyo en Tucumán, Tomás Godoy Cruz, quien supo interpretar el sentir del General en cuanto a la necesidad de evitar el letargo que pudiese demorar o frustrar la gesta independentista.
Esta situación puso de manifiesto su visión política más allá de la mirada estratégica que lo distinguió en el campo militar.
Actuó con el convencimiento de que la misión libertadora que lo tuvo como principal artífice y protagonista no resultaba suficiente para consolidar la independencia de estas tierras.
Todas estas virtudes condujeron a que San Martín sea justamente considerado Padre de la Patria.
La suya ha sido una enorme expresión de argentinidad que quedó como singular ejemplo a lo largo de los años.
A 174 años de la muerte de José de San Martín no resulta desmedido señalar que el rumbo que trazó dejó una vara muy alta.
Inmersa hoy la Argentina en una crisis económica y social profunda y en medio de una confrontación política por la adjudicación de responsabilidades, es propicio recordar el ejemplo inspirador del Libertador y, por supuesto, de los demás próceres que marcaron el rumbo para el país próspero que hoy todos los argentinos de bien desean y necesitan.