El diseño y la preparación de las rutas de nuestra provincia permiten el traslado de los productos y mercaderías y el desplazamiento de las personas, ya sea por razones laborales, turísticas o de otra índole.
Los caminos son los vasos comunicantes por donde circulamos y su utilidad depende de que se encuentren en buen estado, ya sea por presentar una adecuada carpeta asfáltica o ya sea por la existencia de una correcta señalización, que previene sobre las alternativas o potenciales riesgos que presentan las bandas de rodamiento a los ojos de los conductores.
En la realidad local, hay muchos contratiempos y no todas las vías de comunicación están como las necesita el usuario.
Como en otras zonas del país, el vandalismo contra los indicadores viales es una realidad, pese a los intentos por neutralizar este delito que conlleva un potencial peligro para la circulación de los vehículos.
La señalización, por un lado, y por el otro, algunas calzadas presentan deterioros varios, entre los que se cuentan una falla muy riesgosa llamada ahuellamiento u ondulación, que se corresponde a una deformación permanente del pavimento asfáltico, causada por las cargas excesivas que transportan algunos camiones, especialmente las llamadas bateas que llevan áridos y otros materiales de construcción desde las canteras o ripieras a los centros de distribución de esos materiales.
Estas deformaciones están a la vista en varios trechos de las rutas nacionales que tiene Mendoza, como por ejemplo en el tramo de la ruta 40 desde la localidad de Zapata a la ciudad de Mendoza, y también en la 7, desde Agrelo hacia el Oeste, especialmente a la altura de Agua de las Avispas.
Para neutralizar estos inconvenientes causados por el transporte que circula con exceso de peso –la carga máxima es de 45 toneladas-, Vialidad nacional dispuso rehabilitar el servicio de su báscula de medición ubicada en el kilómetro 3.257, de la ruta 40, a la altura de Ugarteche (Luján de Cuyo).
Pero ese campamento vial fue destruido por un incendio el pasado 4 de mayo y ahora la Justicia Federal deberá determinar si fue un hecho accidental o vandálico, posibilidad esta última que se presenta como más verosímil.
Evidentemente hay malos transportistas, un sector minoritario, por cierto, que no quiere adecuarse a las disposiciones que reglamentan las medidas en la carga transportada en camiones y causan, con su actitud, estos deterioros en los asfaltos, a la larga gravosa para los caminos y el tránsito en general.
En dos o tres semanas se repondrá el servicio de control de cargas que fue vandalizado, con más seguridad en su funcionamiento y operatoria, con la misión de determinar quién cumple con la ley y quién no lo hace en materia de carga transportada.
El tránsito de unidades con exceso de carga por las rutas, además de destruir los pavimentos, disminuye la seguridad vial e incrementa los peligros por malas maniobras ante el mal estado de la calzada, lo que genera pérdidas humanas y económicas.