El gobierno de Alberto Fernández dispuso en agosto del año pasado, en pleno proceso electoral para la renovación de autoridades de la Nación, la incorporación de la Argentina al denominado Grupo de los Brics a partir del 1 de enero de este año.
Aquella noticia sorprendió a políticos y empresarios.
Nuestro país ya venía atravesando una tremenda inestabilidad económica y había gran incertidumbre sobre el camino a tomar por el gobierno que se hiciese cargo a partir del 10 de diciembre.
En aquel momento, dos de los principales candidatos presidenciales se expresaron rotundamente en contra de la decisión adoptada por la presidencia de Fernández.
Una de las reacciones provino, justamente, del actual presidente, Javier Milei.
Debe recordarse que el Grupo de los Brics es una alianza estratégica de países con el propósito de fortalecer la cooperación entre sus miembros.
La sigla con la que se lo identifica representa a los países miembros inicialmente: Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Cuando Argentina aceptó incorporarse también fueron invitados como adherentes otros países, entre los cuales se encuentra el polémico Irán.
La dirigencia política que reaccionó en contra de la incorporación a los Brics justificó su postura indicando que, en primer lugar, le correspondía al Congreso debatir sobre la conveniencia o no de una decisión de esa magnitud porque se encontraba la Argentina en medio de un proceso de renovación presidencial.
Por otra parte, economistas y empresarios señalaron entonces que la incorporación al bloque comercial no aseguraba muchos beneficios para el país, entre otras razones porque sectores privados ya comercializaban por su cuenta con sus pares de los países del grupo Brics.
Hace pocos días, el presidente de la Nación, Javier Milei, confirmó oficialmente lo que ya había anticipado su canciller, Diana Mondino, días antes de asumir: la Argentina no se sumará a los Brics, a pesar de que seguirá manteniendo vínculos comerciales con cada uno de los países que lo integran.
Milei consideró inoportuna la decisión tomada por Alberto Fernández. “La impronta de política exterior del gobierno que presido desde hace pocos días difiere en muchos casos de la del gobierno precedente. Algunas de sus decisiones serán revisadas”, dijo a cada uno de los jefes de Estado del grupo, dando por concluida la polémica.
Observadores internacionales sostienen que el bloque de los Brics tiene mayor impronta en lo político que en cuanto al poder económico que dice representar.
En esa línea, no se observan argumentos claros por los que Argentina arriesgue un costo político internacional elevado, en tiempos difíciles como los que transita.
Cabe observar, por ejemplo, lo que representa en dicha organización la Rusia de Putin en tiempos de una guerra que ese país encaró por iniciativa de su poderoso líder.
Decisiones como la ahora frustrada incorporación a un bloque de países deben ser encaradas con una predisposición clara en cuanto a posicionamiento internacional.
Con la nueva gestión, a través de su Cancillería la Argentina pretende hacer valer su recurso humano y profesional para fortalecer el vínculo comercial con el mundo y reducir aspectos ideológicos con los que se movió en gran medida la administración anterior.