Cada año miles de mendocinos renuevan su fidelidad a su máxima celebración popular, la Fiesta Nacional de la Vendimia.
El mejor ejemplo de ese sentimiento lo encontramos en un dato: esta semana las localidades para el Acto Central del sábado 4 de marzo se agotaron en poquísimas horas luego de ser puestas a la venta. Y días después también se vendió la totalidad de entradas para las repeticiones del espectáculo. Es la gran representación de luz y color que sorprende a cada visitante y enorgullece a los mendocinos que colman las gradas.
Desde el punto de vista turístico, es un evento convocante y distintivo a nivel nacional e internacional.
Nuestra Vendimia, que tiene su punto culminante en ese gran acto del Anfiteatro Frank Romero Day, va mucho más allá del mismo. Año tras año va tomando forma en una sucesión de festejos previos en los distritos y entidades barriales en cada uno de los departamentos, a lo que se le debe sumar una serie de festivales que con el tiempo se fueron consolidando junto a la cita vendimial y que también representan el reconocimiento a otras actividades agrarias y a la música característica de nuestra provincia.
Por otra parte, cientos de mendocinos se preocupan cada verano para que el festejo luzca en su mejor expresión a la hora del espectáculo. Todo lo que se ve arriba de un escenario es producto del talento y el esfuerzo del gran abanico cultural y artístico de nuestra provincia, desde el guion y la dirección hasta cada uno de los artistas y bailarines. Se puede afirmar, sin temor a equivocación, que los protagonistas se autoconvocan.
Y la elección de la Reina representa respeto y reconocimiento al esfuerzo de la mujer forjada en la viña. Nunca se trató de un concurso de belleza. Los atributos que recibe cada joven electa constituyen un símbolo de la historia y la tradición de Mendoza.
Por otra parte, siempre es pertinente recordar que la Vendimia es la fiesta del vino nuevo, el fruto de otro año de trabajo en la viña, en la bodega. Es el resultado de una labor constante y una calidad creciente que le han permitido a los vinos de nuestra provincia competir en los mejores mercados del mundo y ganar renombre en importantes eventos internacionales.
Pero también la Fiesta es el premio al esfuerzo que supone enfrentar desde los oasis cultivados y ganados al desierto los efectos de un clima exigente, tanto en invierno como en verano. La actividad vitivinícola fue el motor para el paulatino desarrollo de esta provincia. Los vaivenes de la economía y la adopción de políticas muchas veces controvertidas no llegan a opacar el crecimiento logrado.
Es por ello que Diario Los Andes, que ha tenido el privilegio de acompañar a la Vendimia con sus crónicas desde su creación, en 1936, la sigue rescatando editorialmente desde la primera cita distrital que anualmente se realiza.
En tiempos de desarraigo muchas veces voluntario es importante valorar el apego de la gente de Mendoza a la fiesta que nos recuerda el valor del camino recorrido