Al cumplirse hoy 213 años del 25 de mayo de 1810 es importante revalorar el paso dado por los patriotas en aquella histórica gesta.
Gesta que tuvo su origen en suelo porteño, pero que germinó y derivó en una rápida réplica en el resto de nuestro territorio, para dar paso a la concreción de la independencia seis años después.
Fue el día de la concreción de un sentimiento de libertad y de cambio en el manejo de los intereses de los habitantes de nuestro suelo, que se venía gestando desde los tiempos previos al alumbramiento del histórico 25.
Significó el inicio de una larga y trabajosa etapa en la que los líderes de entonces pretendieron mostrar al mundo que en estas tierras del sur sus habitantes eran capaces de librarse del tutelaje monárquico y encarar un nuevo rumbo valiéndose de sus propias autoridades.
El temperamento de los valerosos de aquel año permitió dar un paso inmenso a favor de la libertad y constituir un gobierno propio, alejado de la corona española, la que, a su vez, perdía sistemáticamente autoridad entre sus colonias.
De esa fuerte, sólida, base de argentinidad se comenzó a transitar a lo largo de los años el camino hacia la independencia plena y la formación de una nación realmente fuerte y soberana, apoyada en sus propias instituciones.
Vidas y recursos quedaron en el camino hasta la consolidación que significó la Convención Constituyente, que estableció las bases para la implementación del sistema representativo, republicano y federal que indica nuestra Constitución Nacional.
Aquellos principios fundacionales de mayo de 1810, la declaración de la Independencia de 1816 y la consolidación de la Argentina republicana, en 1853, son los faros que han guiado y deben seguir guiando a los dirigentes encargados de regir los destinos del país.
Luego de varias décadas de inestabilidad institucional que caracterizaron al siglo XX, en este 2023 la Argentina celebra 40 años de vida democrática ininterrumpida.
Es mérito de la dirigencia, pero también de la ciudadanía, que comprendió la necesidad de que un país rija su rumbo con apego a las normas constitucionales.
Sin embargo, la dirigencia a cargo del rumbo político, económico y social de la Argentina mucho le debe por estos tiempos a la gente que, con su voto, renueva su confianza en sus dirigentes cada dos años.
En mayor o menor medida, todos los actuales representantes, oficialistas y opositores, son responsables del ánimo mayoritario de los argentinos de hoy, en los que abunda la desesperanza por la decadente situación social como consecuencia de los desaciertos en materia económica. Ven desapego con los problemas del día a día.
Así como en el Cabildo porteño se reunieron y pusieron de acuerdo personalidades que priorizaron el bien común sobre diferencias que, se sabe, existían entre ellos, en este largo año electoral que transitamos sería importante que, además de votos, los dirigentes de distintas facciones buscasen entendimientos y consensos básicos para que la Argentina vuelva a encarar el sendero sobre el que supo transitar con éxito.