Un aspecto interesante para abordar por el Gobierno de Mendoza en estas recién iniciadas vacaciones de julio, con temperaturas extremadamente bajas, será verificar el estado de la edificación escolar de la provincia, que consta de más 1.130 edificios.
Sabemos que la administración trata de tener sus inmuebles escolares en las mejores condiciones, lo que es posible en un sinnúmero de escuelas de construcción más o menos reciente,
pero hay otras, inclusive no pocas, de antigua construcción. Estas dos semanas pueden ser el tiempo propicio para reparar o mejorar las instalaciones de gas y electricidad, si hay filtraciones en los techos y otras intervenciones de primera necesidad.
Mendoza dispone con excelentes diseños escolares del pasado siglo XX y posteriores emprendimientos completando el equipamiento social de los nuevos barrios.
La experimentada arquitecta Cecilia Raffa, del Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales del Conicet (Incihusa), ha investigado cómo fue evolucionando la arquitectura de los colegios en Mendoza en el siglo XX, en especial durante las primeras décadas.
Se describen en ese estudio ejemplos como los de los establecimientos “Daniel Videla Correas”, de calle Paso de los Andes de ciudad capital, y “Justo José de Urquiza”, de Maipú. Son realmente edificaciones de alto valor arquitectónico, aunque el inapelable paso del tiempo va dejando huellas y demandando arreglos, no con el criterio del parche, sino mediante trabajos definitivos, a fin de satisfacer los requerimientos de los estudiantes y también de los docentes que los instruyen.
Es de destacar el alto número de edificaciones escolares modernas que posee la jurisdicción provincial, con los requisitos estipulados para satisfacer con elevados criterios pedagógicos el alto transito de niños y niñas, para lo cual es de esperar un mantenimiento acorde con ese uso intensivo.
El problema radica en el número de escuelas que todavía funcionan en antiguas casas adaptadas a la función escolar, sin cumplir los actuales requerimientos de funcionalidad, solidez constructiva, iluminación y ventilación natural y climatización, aunque son cada vez las menos en estas condiciones.
Para estos últimos casos es imperioso que el Gobierno provincial incluya en el presupuesto partidas que cubran los presupuestos de la renovación de la edificación escolar, acción de estado que debe tomarse con premura y prioridad en atención a que los destinatarios son uno de los componentes más importantes de la sociedad provincial, los niños y las niñas.
Al respecto, la planificación de nuevos edificios de educación primaria deberá contemplar proyectos para el desarrollo del programa de jornada extendida, o doble escolaridad, incrementando la aplicación de esta modalidad que, según la DGE, sólo se brindaba al 12% de los alumnos de primaria en el año 2019, por limitaciones en cuanto a los espacios físicos, los contraturnos y las limitaciones presupuestarias.
En nuestros días la arquitectura escolar y la locación de establecimientos, se encuentra en constante evolución, constituyendo los centros educativos espacios de integración comunitaria de barrios emergentes y de áreas urbanas consolidadas. Así, las escuelas primarias y los colegios secundarios tienden a integrarse físicamente, no sólo como espacios de enseñanza, sino también sumando actividades de vinculación vecinal, celebraciones locales y micro muestras de producciones culturales y bienes culturales.
Por ello, se estima que los proyectos de educación, en sus distintos niveles, ocuparán destacada prioridad en la formación de urbanistas, arquitectos y profesionales en ciencias sociales, aportando los nuevos graduados enriquecedores saberes al acervo cultura en la materia.
Finalizamos reiterando puntualmente en que la pausa de las vacaciones invernales debería ser aprovechada para efectuar reparaciones en la calefacción e instalaciones sanitarias de las escuelas más necesitadas, que suelen ser los servicios que requieren una urgente atención.