Resulta ponderable el trabajo de relevamiento y protección de diversos bienes de la Legislatura provincial, que llevó a cabo un equipo de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional de Cuyo.
Los Andes reflejó, en una nota publicada el sábado 12 de junio, pormenores de la tarea efectuada por un grupo de alumnos y egresados de la mencionada casa de estudios, bajo la conducción de Rosana Aguerregaray, como directora y Verónica Cremaschi, codirectora. La idea original del emprendimiento surgió gracias a la iniciativa del director de la carrera de Artes Visuales de Artes y Diseño, Alejandro Iglesias.
Cartas, cuadros antiguos, vitrales, muebles y libros de valor patrimonial e histórico, fueron catalogados hasta llegar a los 273 elementos y, a partir de ese seguimiento, se creó la “Guía de bienes de la Legislatura de Mendoza”, en remplazo de un inventario muy rudimentario que había.
En materia de obras pictóricas, la tarea desarrollada aplica como muy efectiva porque la colección de la Legislatura es muy interesante, ya que en su acervo figuran obras como la “Fundación de Mendoza”, de Rafael Cubillos (1881-1948) y el “Santo de la espada”, del artista Fidel de Lucía (1896-1956), que ahora –junto con otras pinturas- están en soporte papel y digital (en formato PDF).
La tarea desarrollada en la Casa de las Leyes es un ejemplo claro de protección de bienes patrimoniales culturales y pensamos que se podría extender a muchas otras dependencias estatales.
Es necesario que cada institución tenga una base de datos con sus bienes porque, conocer la característica de los objetos que alberga, ayuda a generar planes de manejo acordes y facilita su gestión. Los inventarios deberían actualizarse periódicamente y los empleados de los establecimientos deberían tener capacitación adecuada para conocer la naturaleza de los elementos que componen el acervo. Esto es recomendable sobre todo cuando estos artículos o bienes son empleados cotidianamente por estar en el ámbito público (mobiliario, libros, objetos de iluminación, etc). Se ha sostenido siempre que no se puede valorar lo que no conocemos y los inventarios y guías son el primer e imprescindible paso para la valoración.
Esta tarea, que se ha cumplido en la Legislatura, podría replicarse en diferentes edificios de gobierno que tengan una trayectoria administrativa y que hayan ido acrecentando sus bienes a lo largo de su existencia. Tal el caso de la Biblioteca San Martín, Casa de Gobierno, el Archivo General de la Provincia, las municipalidades, etc. Muchas de estas instituciones albergan obras pictóricas, murales, mobiliario, que vale la pena registrar para poder administrar adecuadamente.
El no poseer un inventario actualizado colabora a la vulnerabilidad puesto que estos bienes pueden ser sustraídos (recordamos el triste caso de las Joyas Bibliográficas que desaparecieron de la biblioteca San Martín, en abril de 2003), se pueden extraviar, destruir, trasladar sin permisos y la institución no tiene manera de corroborar o controlar.
Además del inventario y la catalogación, es interesante que se difundan los valores de los bienes, tanto entre los empleados y administrativos que tienen contacto permanente, cuanto con los visitantes que pueden valorar el patrimonio mueble de las reparticiones.