La institución Banco de Alimentos Mendoza sigue gestionando de la mano de la solidaridad la forma de llegar con comidas a los hogares que más lo necesitan.
En estos días, la institución anunció un nuevo récord en su operatoria de apoyo a las familias.
En los primeros seis meses del año, exactamente el 5 de junio, la entidad pudo rescatar y distribuir 1.100.000 kilogramos de alimentos a las 85 organizaciones sociales que trabajan con la organización.
Según directivos del grupo de calle Minuzzi 425 (Godoy Cruz) se ha reducido en algún porcentaje la inseguridad alimentaria en sectores vulnerables, al llegar con aportes a más de 47.000 ciudadanos y ciudadanas.
En tal sentido, se logró disminuir el volumen de desperdicio de comida y de esa forma producir menos gases de efecto invernadero.
Otros datos dan cuenta que los 1.100.000 kilogramos de alimentos equivalen a 3.300.000 millones de platos de alimentos y que se necesitaron más de 18.000 km de transporte de voluntarios para movilizar esos alimentos. Además, fueron 2.556 horas voluntarias las que también posibilitaron el logro de asistir a familias necesitadas.
El Banco de Alimentos brega por el mejor aprovechamiento de los alimentos, que, como se sabe, se despilfarran de manera lamentable.
En Argentina se tiran 16 millones de toneladas de alimentos al año.
La institución de Godoy Cruz trata de impedir ese sinsentido, sobre la base de su propia dinámica de gestión y utilizando el marco de la ley nacional Nº 25.989 que contempla un régimen especial para la Donación de Alimentos en Buen Estado, y que crea el Plan Nacional de Reducción de Pérdidas y Desperdicio de Alimentos.
En Mendoza, la organización empeñada en esta lucha tiene la misión de contribuir a reducir el hambre solicitando la donación de alimentos aptos para el consumo, almacenándolos y distribuyéndolos a comedores y otras entidades que están cerca de los sectores más deficitarios en salarios, servicios y condición social.
El hacer de los bancos de alimentos no se reduce a la mera entrega de alimentos, sino que procuran reducir la pérdida y desperdicio de los alimentos, otorgándoles un valor social y recuperando los recursos naturales, técnicos y humanos que se utilizaron para la producción de la comida.
La pérdida tiene lugar en la etapa de la cosecha, poscosecha y procesamiento de la cadena de alimentación. El desperdicio implica que los alimentos son desechados durante la comercialización y el consumo.
Tras esta actividad de recuperación no solo se reduce la pérdida y desperdicio de alimentos (PyDA) sino también la generación de residuos. Los alimentos pueden destinarse para consumo humano, ya que, si bien pierden su valor comercial, mantienen sus características nutricionales.
El grupo humano que lleva adelante la misión de alimentar al prójimo necesita que en general la comunidad garantice el derecho a la alimentación de las personas, que evite la PyDA, que contribuya al cuidado del medio ambiente.
Para ello deben arbitrarse marcos legales sólidos que incentiven la donación de alimentos, que se otorguen beneficios fiscales a quienes asumen este compromiso y que se articulen políticas públicas que garanticen la alimentación de las personas, con recursos suficientes y herramientas educativas sobre la alimentación saludable.
También es una aspiración lograr más voluntarios y/o recursos que contribuyan con transporte de alimentos, conservación, almacenamientos, y profesionales que asesoren sobre la recuperación de alimentos y su conservación.
Asimismo, la institución necesita construir un nuevo centro de operaciones que permita optimizar la tarea de rescate, almacenamiento, clasificación y entrega de la comida.