El clarísimo triunfo electoral del republicano Donald Trump sorprende al mundo y genera múltiples expectativas políticas y económicas, especialmente entre quienes esperan su gobierno para obtener respaldos para encauzar sus derroteros de gestión. Es el caso del gobierno argentino, obviamente. Pocas veces el voto de más de 140 millones de estadounidenses generó tanta expectativa más allá de las fronteras de Estados Unidos.
El martes electoral estadounidense se presentó lleno de dudas e interrogantes ante la posibilidad de que el candidato del Partido Republicano se hiciera de un triunfo que lo colocara próximamente de nuevo en la Casa Blanca.
Hay que recordar que durante su primera presidencia Donald Trump hizo que Estados Unidos tomara cierta distancia de los países desarrollados de Europa, América y Asia, en especial con los que conforma el denominado Grupo de los 7.
Luego, en 2021, ya con la presidencia de Joe Biden se produjo un rápido regreso estadounidense al liderazgo en materia diplomática global que tradicionalmente Washington ejerce. Fue principalmente para las potencias europeas el regreso a escena de un gran socio y aliado. Y el tiempo justificó aún más dicha acción a partir del conflicto que generó Rusia contra Ucrania.
Ya al asumir, Biden destacaba enfáticamente el valor de la democracia, en lo que constituyó una definición rotunda del entonces flamante presidente, quien contrastó estilos con el del no reelecto Donald Trump, a quien se vinculó directamente con el histórico y lamentable asalto al Capitolio en señal de no reconocimiento de la derrota electoral sufrida ante el candidato de los demócratas. “Celebramos el triunfo de la causa de la democracia”, enfatizó al asumir Biden en el primer mes de 2021.
En esa misma línea, luego de la reciente elección que consagró nuevamente a Trump abundaron las voces de referentes demócratas garantizando una transición ordenada. Así lo hicieron, entre otros, la derrotada vicepresidenta Harris, el ex presidente Obama y el jefe del Ejecutivo estadounidense, Biden. Incluso éste llamó y felicitó a Trump por la victoria y lo invitó a la Casa Blanca. Señales de sana aceptación de las reglas de juego democráticas, que sirven para sosegar posibles derroches de euforia republicana.
Volviendo a la cita electoral reciente, la contundencia del mensaje que dejaron las urnas en Estados Unidos eximen de mayores análisis. Trump fue clarísimo ganador en la mayor parte de aquel país, salvo en los estados tradicionalmente demócratas de ambas costas. Los números avalaron como pocas veces se vio a la prédica del controvertido magnate republicano, quien se impuso holgadamente en el Colegio Electoral y por notable diferencia en el voto popular.
Es indudable que el deterioro de la economía, del que no pudo reponerse a pleno la administración de Biden tras los efectos de la pandemia, influyó en el ánimo de la mayoría de la población para votar un cambio a través de un más creíble Trump. Se trata de porcentajes irrisorios si los comparamos con los de décadas de nociva inflación en nuestro país, pero que a la mayoría de los votantes norteamericanos los alentaron a buscar otro horizonte político.
Tiene el presidente electo de EEUU la oportunidad de remediar su pasado político reciente y generar detrás de su figura una imagen de moderación, dejando su belicosidad y la tentación autoritaria en el reciente festejo de la victoria. Debe ganar la confianza de un mundo convulsionado por crisis económicas y raciales y conflictos bélicos de envergadura y final incierto.