Asumir el compromiso verde de proteger y acrecentar el arbolado público en el territorio, es una obligación que deben llevar a cabo las autoridades de la Provincia y de los municipios.
Al cuidar un forestal en su crecimiento y al insistir en el replante de ejemplares, cuando estos terminan su ciclo vital o son erradicados por distintos motivos, son formas de mejorar la calidad ambiental de las ciudades y sus alrededores, además de luchar en forma concreta contra el avance del cambio climático.
Los árboles que caracterizan nuestro suelo, y que dan sustento a la ‘ciudad-oasis-, junto con la red de riego, son patrimonio de todos los habitantes.
Deben ser cuidados de la mejor manera posible, tomando conciencia de la importancia que tienen en el beneficio del ambiente y la biodiversidad.
Como todo ser vivo, los árboles también nacen, crecen y mueren. Por eso se hace indispensable trabajar en su renovación planificada.
Para cumplir ese cometido están, entre otros organismos, la Secretaría de Ambiente de la provincia de Mendoza y los servicios de Forestación de los municipios, pero últimamente han surgido grupos de ciudadanas y ciudadanos que militan el tema árbol, con la intención de privilegiar esa imagen de Mendoza que sorprende desde el aire y desde adentro por sus espacios verdes.
Decimos que hay movimientos vecinales que se orientan a promover la plantación de ejemplares y tomamos como ejemplo el proceder de un colectivo que adoptó el sugerente nombre de “El mundo es azul”, que se encarga de reforestar zonas degradadas del Gran Mendoza.
Su modelo de acción consiste en proceder a crear pequeños bosquecitos en lugares muy deprimidos, pero siempre trabajando en armonía con las dependencias municipales que se dedican a los forestales.
El grupo ya logró crear pequeños espacios verdes en jurisdicción de Godoy Cruz y pronto se expandirá a Luján de Cuyo, sobre el Acceso Sur y el sector conocido como el Bajo de Luján donde, por otra parte, el municipio departamental está construyendo el Parque de la Ribera, sobre la margen izquierda del río Mendoza.
El procedimiento que sigue esta organización civil es implantar y luego hacer un seguimiento de cómo van desarrollándose los ejemplares, pero contando con el aporte de los empleados municipales, que tienen los medios para el riego y realizar cualquier cuidado que sea necesario para asegurar la vida del árbol que se ha puesto en tierra.
“Donamos vida porque plantar un árbol es hacer una apuesta para el futuro y devolver, en la medida de lo posible, lo que sacamos al planeta o lo afectamos con acciones nocivas”, sostiene una de las militantes de la agrupación, Patricia Girotti, quien tomó el nombre, para el grupo, del lema que hay en la entrada del Museo del Mañana (de ciencias), en Río de Janeiro, Brasil.
Por el bien de la masa arbórea de la provincia y la biodiversidad, sería de enorme trascendencia que la acción civil encarada encontrara más adherentes e imitadores en el territorio.
Plantar árboles genera beneficios ambientales, sociales y estructurales y contribuye a disminuir la huella de carbono mundial en forma sensata y amigable.