Particular mirada oficial de la crisis

La vocera presidencial, Gabriela Cerruti, con sus disparatadas y tendenciosas apreciaciones negando la crisis social y el hambre en la Argentina, en vez de cumplir con su misión de hacer más fluida la comunicación entre gobierno y sociedad, lo que hace es obstaculizarla.

Particular mirada oficial de la crisis
Gabriela Cerruti volvió a negar que los chicos pasen hambre en Argentina (Captura de video)

La crisis social y económica nacional incomoda cada vez más a las autoridades, especialmente por encontrarse el país en una carrera electoral que en pocos días tendrá su primer test a través de las primarias abiertas.

Sin embargo, nada justifica que algunos funcionarios pretendan torcer la realidad y proponer a sus interlocutores una mirada absolutamente distorsionada.

En ese aspecto, la portavoz de la Presidencia de la Nación, Gabriela Cerruti, expresó conceptos muy polémicos en sus últimas conferencias de prensa para referirse a la crisis.

Por un lado, eligió opinar que “en la Argentina no hay hambre” para salir al cruce, con su habitual vehemencia, de consultas periodísticas sobre los alcances de la situación inflacionaria actual.

Acotó sobre el tema que el país “sigue teniendo un nivel de crecimiento y de consumo que no se puede tener en crisis”, punto de vista muy discutible en lo que atañe a la definición de consumo.

Por otra parte, su mirada sobre la pobreza es curiosa.

Considera que si se mide la condición social de una familia por ingresos surge un índice distorsivo, porque muchos de esos núcleos familiares cuentan con ayuda por parte del Estado.

En sus participaciones con periodistas de diferentes medios también sostuvo que “una cosa es alguien que no tiene para comer y otra cosa quien no llega a fin de mes” con sus ingresos. El que no llega a fin de mes con sus ingresos llega a padecer tanto como el más desprovisto de recursos.

“¿Hay gente en los comedores? Por supuesto. ¿Tienen hambre? No, porque comen en comedores. Acceden a los alimentos a través de los comedores”, fue otros de los particulares razonamientos efectuados por la siempre sorprendente funcionaria.

No cabe ninguna duda de que es muy loable y necesaria la acción del Estado y de sectores de la comunidad que asisten a los más necesitados, brindándoles una o dos raciones diarias de comida para que puedan sobrellevar la difícil situación social que les toca vivir.

Pero de ningún modo se puede decir que esa gente no tiene necesidades alimenticias; si así fuese no concurrirían a dichos centros de atención para recibir su comida.

Los comedores existen, justamente, porque en vastos sectores de la sociedad la crisis golpea de tal manera que resulta difícil poder sostener un presupuesto para la comida diaria. No hay otra explicación.

El nivel de pobreza en muchos hogares ya no se limita a quienes no tienen trabajo o están en la informalidad laboral.

Hay que buscar en los mecanismos que generan déficit en las arcas del Estado una buena razón por la que la crisis económica y social se profundiza.

Por lo tanto, no se debería otorgar al asistencialismo gubernamental otra característica más que el mero paliativo para que quienes están alcanzados por la crisis no caigan en la desnutrición por no poder alimentarse regularmente.

Por último, dudar de los mecanismos de evaluación y medición de la realidad social, que establecieron que en la Argentina hay un 40 por ciento de pobres (más de 18 millones de habitantes) es una grosera burla para quienes hacen dichos estudios y también para los que padecen la negligencia de los funcionarios.

Funcionarias como Cerruti en vez de hacer más fluida la relación entre gobierno y sociedad, en realidad la obstraculizan.

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