Un gran logro científico y social se ha concretado en el departamento de Malargüe, donde hace dos meses se inauguró el Parque Municipal Huellas de Dinosaurios, que está abierto a la visita del público.
Se trata de la concreción de un proyecto de trabajos de estudio, preservación paleontológica y gestión patrimonial realizada por investigadores y técnicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y de la Universidad Nacional de Cuyo.
Este parque es único en el país y el segundo en su tipo en América del Sur, y comprende más de 400 huellas, principalmente producidas por dinosaurios titanosaurios a lo que se suman algunas huellas de dinosaurios terópodos y restos óseos de diversos vertebrados.
El sitio posee un valor científico internacional y constituye un “museo a cielo abierto” para la sociedad.
La historia de este lugar comienza en 2006 cuando, en el marco de una campaña paleontológica, el doctor Bernardo González Riga halló cientos de huellas de dinosaurios en afloramientos cercanos –a unos 14 km– a la ciudad de Malargüe. Posteriormente, junto a la doctora Mercedes Prámparo (doctora en Ciencias Geológicas) realizaron diversas gestiones para promover que ese emplazamiento se convirtiera en un área protegida del municipio, lo que se logró en 2010. No obstante, para inaugurar el parque al público requería gran cantidad de obras, que se realizaron durante varias gestiones municipales en los últimos catorce años.
El Parque Huellas de Dinosaurios surge desde la valoración científica y patrimonial que se les confiere a los rastros fósiles presentes en el lugar. Este valor nace, justamente, de los trabajos de investigación realizados en el área, los cuales permitieron estudiarlos, describirlos e interpretarlos, evidenciando no solo la riqueza paleontológica del lugar, sino también la particularidad de los contextos paleoambientales en los cuales se encuentran. Los trabajos de investigación en el parque pueden dividirse en dos etapas, la primera impulsada y liderada por el doctor Bernardo González Riga.
En una segunda etapa, a partir de 2017, los trabajos de investigación y preservación del sitio son conducidos por la doctora María Belén Tomaselli, quien realizó su tesis doctoral especializándose en Paleoicnología de dinosaurios como becaria del Conicet. Desde ese entonces, se ampliaron los estudios descubriéndose nuevas huellas y realizando trabajos que permitieron definir tipos de paso e interpretar un movimiento en manada.
Junto a la labor de Tomaselli debe destacarse la del Equipo de Investigación del Laboratorio y Museo de Dinosaurios (FCEN-UNCuyo) y del ICB (Conicet-UNCuyo).
Por su parte, las tareas de preservación de las huellas fueron realizadas por técnicos e investigadores a los que se sumaron alrededor de 45 estudiantes universitarios totalizando más de 32 campañas. Las labores técnicas de preservación in situ –iniciadas por los técnicos de Conicet Marcelo Bourget y Cristian Sancho entre 2006 y 2011– son llevadas a cabo desde 2012 por los licenciados Juan Pedro Coria y Claudio Mercado (técnicos de la FCEN-UNCuyo) y el técnico de Conicet, Germán Sánchez Tiviroli.
En más de 18 años de trabajos técnicos continuos se pudieron identificar los mejores productos químicos para cada caso y establecer protocolos de intervención, tendientes a conservar las huellas ante condiciones ambientales hostiles, propias de la cordillera de los Andes.
Vemos entonces la ejecución de un proyecto científico social desde sus primeros pasos a la concreción ahora del parque, que servirá a la continuación de estudios especializados, pero que además ilustrará a las personas que lo visiten y servirá para aumentar los conocimientos de las camadas de escolares, de nivel primario y secundaria, que sean llevados al museo a cielo abierto.