“No existen países industrialmente desarrollados que no lo estén desde el punto de vista científico y, para que ese desarrollo exista es necesario compartir los valores de las sociedades industrializadas para las cuales la educación y el adiestramiento de la inteligencia están en primer lugar”.
La cita, un poco extensa pero real, fue pronunciada hace varios años por el notable experto en Física Nuclear y miembro destacado de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Daniel Raúl Bes, ya fallecido.
Lo señalado por Bes hace blanco en los progresos que la Ciencia argentina viene consiguiendo año a año en las distintas ramas que la integran.
Ahora es tiempo de ponderar que una universidad nacional, la de La Plata (UNLP), haya anunciado la construcción de una Planta de Producción de Medicamentos de Interés Social y la puesta en valor del edificio del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (Inifta), en los predios de la gran casa de altos estudios platense.
En el Inifta se realizan investigaciones aplicadas que apuntan a mejorar la calidad de vida de las personas y del ambiente, entre los que se destacan el mejoramiento de los asfaltos mediante polímeros, el monitoreo de alimentos a partir de nanosensores, la eliminación de contaminantes del agua y del suelo, el desarrollo de nuevos materiales para implantes y prótesis con mejores prestaciones, la formación de recursos humanos para la industria local de celdas de litio, el uso de biofilms para reducir infecciones hospitalarias y el diseño de nuevas terapias antitumorales.
Ambos proyectos se basan en el enfoque social que es marca inconfundible de la institución fundada en 1905 por el doctor Joaquín Víctor González.
Una vez en funcionamiento, se espera que la planta de remedios tenga capacidad de producir mensualmente doce millones de comprimidos, distribuidos en siete a diez medicamentos diferentes.
Puntualmente, la expectativa está puesta en fabricar dos millones de comprimidos para diabetes tratable Tipo 2, entre cuatro y cinco millones de comprimidos para la hipertensión arterial tratable y dos millones de analgésicos y antitérmicos.
“Contar con una planta productora nos permitirá poner al alcance de cientos de miles de familias aquellos medicamentos de uso común que hoy les están quedando fuera del alcance de su bolsillo”, comentó el vicepresidente del Área Académica de la UNLP, Fernando Tauber.
En tanto, el decano de la Facultad de Exactas de la UNLP, Mauricio Erben, unidad académica también involucrada en la iniciativa, expresó que los plazos de producción dependen del acompañamiento del Estado.
La Argentina tiene antecedentes en la producción social de medicamentos, por ejemplo, la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap), aunque el DNU 70/23 del Ejecutivo nacional estaría dejando sin efecto el accionar de este organismo.
El edificio en dónde funcionará la Planta Productora de Medicamentos contará con una superficie total de 1.500 m2. Está previsto que el inmueble cuente con áreas productivas específicas, pasillos de circulación para el personal, como así también de materias primas, productos semielaborados y productos elaborados listos para el despacho.
Según explicaron los profesionales de la UNLP, la planta producirá comprimidos “a través de los procedimientos de compresión directa y granulación seca”. De esta manera, detallaron, se simplifica tecnología, acortan los tiempos de proceso, reduce el gasto de energía y requiere menos mantenimiento.
El emprendimiento está “íntimamente ligado” al modelo de gestión de la Universidad, que encuentra en la “producción con perfil social” uno de sus ejes fundamentales.