Otra triste muestra de la ferocidad del terrorismo

Hoy más que nunca es necesario dejar de lado todo tipo de tolerancia de la comunidad internacional con organizaciones que, como Hamas, hacen de la violencia su único mecanismo para ejercer el poder o fundamentar reivindicaciones para los pueblos a los que argumentan defender.

El mundo observa con asombro y preocupación el escenario bélico y las consecuencias en cuanto a víctimas y daños generado por la feroz ofensiva de Hamas contra Israel iniciada el sábado 7.

El mortífero ataque desde la Franja de Gaza sorprendió por el uso de notable cantidad de armamento, la invasión de combatientes por aire y mar más la participación de milicianos que, incluso, llegaron a infiltrarse en territorio israelí coordinadamente para sembrar el terror, asesinando sin límites y tomando como rehenes a un importante número de civiles. Muchos observadores israelíes destacan que desde el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial el pueblo judío no enfrentaba un cuadro tan dramático.

Como era de esperar, Israel se declaró rápidamente en estado de guerra y salió a repeler a las fuerzas de Hamas, en Gaza, con el propósito de retomar el control en su propio territorio y evitar que la estrategia terrorista continuara sorprendiendo con sus desmedidos ataques.

Tan impactante cuadro da lugar a una serie de reflexiones. En primer lugar, la necesidad de dejar de lado todo tipo de tolerancia de la comunidad internacional con organizaciones que, como Hamas, hacen de la violencia su único mecanismo para ejercer el poder o fundamentar reivindicaciones para los pueblos a los que argumentan defender. Téngase en cuenta que esta nefasta operación, que supo ser mantenida en secreto absoluto, puso en evidencia una vez más el ingenio palestino para dotarse de armamento potable a pesar del hermético control y cierre ejercido por Israel sobre Gaza por tierra, mar y aire.

En segundo lugar, se deduce que es acertada la postura de las principales potencias y economías del mundo de mirar con recelo a todo régimen que, bajo la denominación de gobierno democrático, ejerza una postura de corte autoritario y generalmente complaciente con organizaciones terroristas que, como Hamas, son capaces de cometer todo tipo de atrocidades para golpear a quienes consideran sus enemigos.

Seguramente habrá en estos días una discusión en el seno de Naciones Unidas sobre los alcances del conflicto y se llamará a las partes a deponer la acción violenta. Se trataría de una postura lógica a los efectos de no permitir una mayor cantidad de víctimas civiles. Sin embargo, como orientación de dicha discusión puede resultar valiosa para la decisión que elabore la política considerar los conceptos vertidos por el Papa Francisco, quien pidió a la organización Hamas la liberación de los rehenes tomados en territorio israelí. El Pontífice, además, se refirió a la respuesta bélica de Israel señalando: “Quien ha sido atacado tiene derecho a defenderse”. “Los extremismos alimentan el odio, la violencia y la venganza y hacen sufrir a unos y otros”. Esta atinada postura del jefe de la Iglesia Católica puede repercutir en los ámbitos diplomáticos de los países libres del mundo para actuar rápido y evitar que el conflicto se ramifique y pueda extenderse más allá de las fronteras de Israel y la Franja de Gaza.

Urge, por lo tanto, el mayor esfuerzo internacional para desbaratar al terrorismo y poner fin a este tipo de enfrentamientos, que se suman a un escenario internacional ya tenso a partir de la impredecible solución de la guerra que armó Rusia en Ucrania.

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