En medio de la tremenda tensión y el drama social que genera la actual guerra en Oriente Medio, el presidente de Irán, uno de los países responsables de la crisis, llamó a la unidad musulmana para poner fin a las hostilidades.
Contextualizando, debe recordarse que el actual capítulo de la constante crisis bélica de aquella región tuvo su origen en el sangriento ataque de la guerrilla de Hamas contra Israel el 7 de octubre de 2023. En ese momento, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu declaró la necesidad de encarar un largo conflicto, según lo que auguró entonces, para intentar desarticular a las organizaciones guerrilleras que atacan constantemente territorio israelí.
Habiéndose cumplido un año de aquel descalificable hecho de terrorismo, debe señalarse que Irán se involucró directamente con dos ataques con misiles a Israel, mientras que las fuerzas militares judías descabezaron a la cúpula de la organización Hezbollah, que responde directamente a la conducción iraní, y acaba de dar muerte, entre otros guerrilleros, al inspirador y organizador del trágico ataque de hace un año, Yahya Sinwar; pocos días antes había matado al jefe político de dicha organización, Ismail Haniya.
Como señalamos al comienzo de este editorial, el nuevo presidente de Irán, Masud Pezeshkian, hizo un llamado a los líderes de países musulmanes de aquella región para unirse en la búsqueda de un cese de hostilidades en los territorios invadidos por Israel para combatir a las guerrillas.
Hay un detalle que no pasa inadvertido. La actitud del líder político iraní sigue siendo confrontativa, desde el momento en que llama a persuadir al “régimen sionista” para que no siga cometiendo “crímenes” en Franja de Gaza y Líbano. Es real que en el embate contra Hamas y Hezbollah hubo muchas víctimas civiles y daños materiales difíciles de mensurar, pero desde esa mirada, ¿cómo se debe calificar, entonces, lo realizado por la guerrilla de Hamas aquel 7 de octubre contra civiles israelíes? Hay aún rehenes de aquella acción no hallados por las tropas de Israel.
Si Irán buscase replantear su estrategia y aceptar una tregua o bien un escenario de mayor calma y prosperidad, la comunidad internacional seguramente festejaría dicha postura y apostaría al cese de hostilidades, más que nada teniendo en cuenta la influencia del régimen político-religioso en la acción terrorista vigente. Justamente, desde la Unión Europea y del conjunto de Países Árabes del Golfo acaban de reclamar una desescalada del conflicto, pero simultáneamente la lógica liberación de rehenes judíos por parte de Hamas.
Por lo tanto, cabe preguntarse a qué costo pretende Irán alinear a los países musulmanes ante la tensión reinante, que en gran medida responde a su injerencia en el armado de organizaciones que atacan constantemente a Israel.
No debe dejarse de lado la dramática situación social de los habitantes de la Franja de Gaza y de Líbano, países prácticamente dominados por las organizaciones terroristas que combaten constantemente contra los israelíes. Ambos territorios han sido durante muchos años la base de sustentación militar en la lucha contra el Estado judío. Y ese avasallamiento a los indefensos habitantes puso a éstos en una situación humanitaria deplorable, que les costará muchísimo superar si en algún momento logran librarse de tan dramática pesadilla.
