Obras para mejorar el uso del recurso hídrico

Es menester que los legisladores escuchen todas las opiniones autorizadas y necesarias, de profesionales, académicos y otros especialistas en la temática hídrica, sobre la implementación que tiene la propuesta del Gobierno.

Obras para mejorar el uso del recurso hídrico
Un bien escaso. La buena administración del recurso hídrico, otra clave para el porvenir de Mendoza.

El gobierno provincial ha previsto la construcción de una nueva planta potabilizadora de agua.

El emprendimiento se justifica con un dato muy claro: desde hace 40 años no se construye aquí una obra de esas características.

Y no es suficiente el servicio que se presta con el funcionamiento de las cinco plantas operativas en estos momentos.

La propuesta de inversión también prevé financiar la mejora de un importante kilometraje de redes distribuidoras y la adquisición de medidores domiciliarios.

La información oficial da cuenta del nivel de deterioro que se observa en una gran parte de las redes, en especial en el principal conglomerado de la provincia, el Gran Mendoza.

Se trata de infraestructura que, en un alto porcentaje, cuenta con muchos años de uso y que requiere ser remplazada.

En cuanto a los medidores, es una ya añeja promesa de las autoridades de turno sin aplicación efectiva hasta ahora.

Es importante su puesta en funcionamiento para evitar pérdidas innecesarias de agua, ya escasa, por uso desmedido.

A ello hay que sumar las fugas que se producen por la antigua infraestructura.

Prácticamente en tres décadas la cantidad de usuarios que registra la empresa Aysam (Aguas Mendocinas) se incrementó casi un 80%, lo que hace entendible que existan deficiencias en la prestación a la población, justamente porque faltan recursos para potabilizar y porque la vejez de una parte de las redes hace decaer la calidad del servicio.

Toda acción que conduzca a una solución del problema debe ser apoyada. No hay que olvidar que nuestra provincia viene atravesando una sequía feroz, histórica según las estadísticas, lo que lleva al Departamento General de Irrigación a restringir el aporte de agua para riego agrícola.

Justamente, este organismo dio su voz de alerta por la sequía extrema que soportará nuestra provincia en el verano ya cercano.

La situación se suma a la ya persistente crisis casi crónica atribuida a los cambios climáticos de estos tiempos.

Las previsiones de los organismos encargados de predecir el nivel de deshielo en alta montaña alertan sobre un seguro agravamiento de la situación.

Para su financiación este paquete de obras cuenta con un pedido de toma de crédito previsto en el proyecto de presupuesto provincial que ya se analiza en la Legislatura.

Más allá del lógico debate e intercambio de ideas entre oficialismo y oposición, debería existir voluntad política para que la Provincia pueda acceder al crédito que requieren los trabajos.

También es menester que los legisladores escuchen todas las opiniones autorizadas y necesarias, de profesionales, académicos y otros especialistas en la temática hídrica, sobre la implementación que tiene la propuesta del Gobierno.

Tampoco se puede dejar de lado el reciente paso que dio la provincia al interesarse por el sistema israelí de optimización del recurso hídrico en una superficie que es desértica en un 60%.

Los mendocinos sabemos que el agua es un medio históricamente valorado desde quienes poblaron estas tierras buscando prosperidad.

Ese cuidado del riego permitió generar oasis en una superficie desértica y así dar paso a una próspera actividad productiva que cimentó la Mendoza que hoy disfrutamos.

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