Próximo a cumplir seis meses al frente del Ministerio de Economía, Sergio Massa parece haber comenzado a sentir el rigor de una crisis económica que no se soluciona sólo con gestos políticos.
La expectativa por la incursión del hasta ese momento presidente de la Cámara de Diputados fue muy grande. Adquirió ribetes de superministro, o virtual jefe de Gabinete.
Desalentó por un tiempo especulaciones en el ámbito del Poder Ejecutivo y se amparó, hábilmente, en un acuerdo de partes con los restantes sectores que componen el frente gobernante.
Los conciliábulos lo posicionaron como un presidenciable, dando por descontado que su estilo de hacer política sería capaz de calmar las aguas bravas de la economía.
Su rótulo de moderado y dialoguista le valió para ganar credibilidad ante los organismos de financiamiento internacional.
Sin embargo, los números siguen siendo alarmantes. La inflación de 2022 cerró en 94,8%, siendo la más elevada desde 1991. Sólo en diciembre nuevamente por encima del 5%. Para enero los consultores privados vaticinan algo similar.
De algún modo, era lógico que el referente del Frente Renovador encontrase más tropiezos que éxitos en su trayecto.
En los tres años transcurridos la gestión presidencial de Alberto Fernández suma casi 300% de inflación, superando lo que acumuló la administración de Mauricio Macri, que llegó a 295,7%.
Y la credibilidad entre la ciudadanía es casi nula; encuestas privadas indican que en el comienzo del año electoral la mayor preocupación de la gente ha vuelto a ser, por amplio margen, la crisis inflacionaria.
De todos modos, en el Gobierno siempre encuentran paliativos a la hora de analizar la cruda realidad. Según la portavoz presidencial, el casi 95% anual de inflación fue un logro de la gestión de Sergio Massa en Economía, puesto que el primer objetivo era no llegar a los tres dígitos al finalizar el año pasado. Y para el presidente, Alberto Fernández, “gran parte de la inflación es autoconstruida, está en la cabeza de la gente”, según su sorprendente reflexión ante un medio periodístico brasileño.
La política de Massa en Economía aportó más de lo mismo. Es decir, promesas y anuncios tendientes a conformar en medio del desorden y el desconcierto.
Los productores mendocinos, por citar un ejemplo cercano, lo sintieron con la promesa de ayuda a medias a raíz de las heladas tardías del mes de noviembre.
Y en lo institucional, uno de los aspectos que Massa siempre dijo defender, también hubo claudicaciones, posiblemente como retribución a apoyos obtenidos para llegar al sitial que ocupa.
El ejemplo más claro y reciente es el respaldo de los diputados que a él responden a la farandulera intentona de juicio político a la Corte Suprema de Justicia, que promovió el Ejecutivo bajo la mirada de la usina de ideas del cristinismo.
Pronósticos económicos serios no desestiman que la inflación de este año pueda llegar a superar los valores de 2022 como consecuencia de un rebote luego de los siempre reiterados planes de contención vigentes durante el verano.
Massa sostuvo que bajar la inflación requiere, en medio de distintas medidas, “una mirada responsable de toda la dirigencia”. Entonces, deberá comprender que deberá dar el ejemplo lejos del lodo que cubre a muchos.