Hace pocos días se cumplió un aniversario más de una institución muy apreciada por los ciudadanos y ciudadanas del país, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que cumplió 152 años desde su creación.
El SMN es muy apreciado por los habitantes porque brinda información sobre el tiempo y el clima para que argentinos y argentinas puedan tomar decisiones basadas en el conocimiento de los riesgos y del cambio climático, aspecto que permite asegurar el crecimiento económico y el desarrollo sostenible.
En nuestros días la institución está altamente tecnificada y compuesta por hombres y mujeres de alto nivel científico.
Hace menos de diez días, se puso en funciones en el Servicio Meteorológico la supercomputadora denominada Clementina XXI. Se trata de una de las 100 más poderosas del mundo, y será de uso abierto y compartido a todo el Sistema de Ciencia y Tecnología nacional, con un costo de 1.740 millones de pesos. Con esta computadora, Argentina se convierte en uno de los dos países de la región en poseer un equipamiento de este tipo.
Volviendo a la historia del organismo, siendo presidente de la Nación Argentina, Domingo Faustino Sarmiento, el 24 de octubre de 1871, se inauguró en la ciudad de Córdoba el primer Observatorio Astronómico de la Argentina y de América del Sur.
El primer director de las instalaciones fue el astrónomo estadounidense Benjamín Apthorp Gould, quien en 1870 se había radicado en nuestro país, ante una invitación especial que le formulara Sarmiento. De igual modo, por entonces el sanjuanino trajo al país las maestras norteamericanas, entre 1869 y 1898, algunas de las cuales se radicaron en Mendoza.
En agosto de 1872, el mismo educador presidente remitió al Congreso de la Nación un proyecto de ley tendiente a establecer en el país una oficina meteorológica y el 4 de octubre de ese mismo año, el Congreso de la Nación sancionó la ley 559/72 por la cual quedó establecida con el carácter de institución oficial, la Oficina Meteorológica Argentina (OMA) predecesora del actual Servicio Meteorológico Nacional.
Así, nuestro país se convirtió en el primero en el hemisferio sur en contar con un servicio meteorológico nacional. Todo un orgullo para nuestra nación.
La repartición se puso en marcha entonces en 1872 y con el correr de los años se fueron creando nuevos puntos de medición.
En febrero de 1904 se instaló el primer observatorio meteorológico y geomagnético en Antártida, en la isla Orcadas.
Luego de 1900 la sede central de la Oficina Meteorológica se trasladó a Buenos Aires, primero en las cercanías del puerto, y luego, en julio de 1906, al predio del Instituto Superior de Agronomía y Veterinaria.
Así nació lo que hoy conocemos como el observatorio de Ortúzar, el lugar que desde entonces mide el tiempo en la ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La red de observación de Argentina llegó a contar con los registros de escuelas y estaciones de ferrocarril.
Estos datos permitieron empezar a caracterizar con rigurosidad las condiciones climáticas de cada rincón del país.
Por ejemplo, cuáles son las temperaturas promedio de Mendoza en primavera o los riesgos de caída de granizo para las viñas sembradas o cuál es la lluvia normal de un invierno en la Patagonia.
Los vaivenes de la historia y de las distintas maneras de concebir el desarrollo científico hicieron que la red de observación se expandiera y se contrajera según la época.
Hoy, el Servicio Meteorológico Nacional tiene una red de más de 125 puntos de medición que a cada hora registran y transmiten el estado del tiempo. Muchas de estas estaciones están midiendo desde hace más de 100 años.