Más allá del Mundial, ganar el partido de la inflación

Sin un plan coherente y una aceptación generalizada por parte del gobierno de Alberto Fernández, el país puede asomarse a un escenario de convulsión en lo económico y en lo social. Esta es la importancia de ganar el partido en las góndolas, más que en las canchas de Qatar.

Más allá del Mundial, ganar el partido de la inflación
La inflación no se detiene.

Bajo la premisa del programa “vamos viendo”, el equipo del ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, no parece centrado en la reducción de la inflación, más allá de algunas palabras y gestos ocasionales.

La actitud es asumida también por otros funcionarios; por caso, por la ministra de Trabajo, Raquel Olmos, quien dijo que la prioridad del momento es ganar la copa en el Mundial de Fútbol Qatar 2022, antes que derrotar a la inflación.

Aunque luego enmendó sus expresiones, la sensación es que los integrantes del equipo de Alberto Fernández no están dispuestos a encarar una batalla decisiva contra la principal preocupación de los argentinos, más allá de su fanatismo por la selección nacional. El presidente de la Nación redobló la apuesta y dijo: “Lo que debemos pensar ahora los argentinos es en ver cómo ganamos el Mundial”.

Sin dudas, las prioridades no parecen las más acertadas, si se atiende a la abrupta escalada de precios. La suba promedio alcanzó el 6,3% en octubre último, con una inflación interanual de 88%, la más alta desde 1991.

El dato preocupante, además del desorden que genera en la economía y en las condiciones de vida de millones de argentinos, es que la inflación ya se situó en una franja de entre 6% y 7% mensual, que duplica la de los primeros meses del año.

Las acciones encaradas por Massa y su equipo no han dado los resultados esperados. El programa Precios Justos, anunciado hace unos días, tiene pocos visos de concreción en gran parte del país. En el interior, los más de 1.800 artículos incluidos son inhallables en las góndolas.

Más allá de los gestos ocasionales de respaldo por parte del FMI, que se asume en parte responsable del descalabro generado por el préstamo de 44 mil millones de dólares a Macri, en 2018, persisten las faltas de señales claras sobre un plan de gestión.

Los precios acumulan una peligrosa inercia que no detiene su aceleración, aun cuando el Banco Central restringió la masa monetaria en circulación, y tampoco realiza, desde julio último, adelantos al Tesoro nacional.

Estos datos, que formarían parte de una política ortodoxa de contención de la inflación, tienen un impacto nulo, dada la velocidad con que los agentes económicos se desprenden de los pesos para evitar la pérdida de valor.

El viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, señaló en dos ocasiones que “la Argentina está al borde de una hiperinflación”, y de allí la decisión de no provocar una devaluación brusca, que conduciría a un escenario de fuerte pérdida de ingresos para asalariados y jubilados.

Sin embargo, Rubinstein reconoció que son enormes las presiones para aumentar el gasto público dentro del Gobierno, en el frente oficialista y en los movimientos sociales. Nadie está dispuesto a resignar las abultadas partidas que recibe. Las demandas, por el contrario, son para un incremento por encima de la inflación.

Sin un plan coherente y una aceptación generalizada por parte del gobierno de Alberto Fernández, el país puede asomarse a un escenario de convulsión en lo económico y en lo social. Esta es la importancia de ganar el partido en las góndolas, más que en las canchas de Qatar.

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