Mantengamos a los científicos en el país

Es de máxima prioridad mantener dentro de nuestras fronteras a los miles de investigadores e investigadoras jóvenes que se desempeñan en los distintos centros científicos que tiene la Nación y evitar que se vayan al exterior. Conforman, junto con los grandes maestros e investigadores principales, una palanca de impulso para desarrollar y consolidar el crecimiento de Argentina.

Mantengamos a los científicos en el país
El kit de diagnóstico rápido, aprobado por la Anmat, que desarrollaron hombres y mujeres de la ciencia argentina.

Muchos ciudadanos y ciudadanas de nuestro país tienen la firme convicción de que deben realizarse todos los esfuerzos posibles para que los investigadores e investigadoras jóvenes y media edad que se desempeñan en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y en otros centros de estudio, se mantengan en el país.

No puede permitirse que grandes centros de estudio e investigación de distintas partes del mundo se los lleven. Para esas instituciones será un hecho de notables connotaciones que jóvenes estudiosos argentinos enriquezcan sus planteles por las condiciones de su formación profesional y porque se acoplarán con naturalidad y eficiencia a los proyectos que se hacen en el exterior.

Es la alarma que enciende, entre otras advertencias, un reciente comunicado de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que encabezan Víctor Ramos, como presidente, y Gloria Dubner, como vicepresidenta. La Academia señala que el “Directorio del Conicet ha notificado el 16 de enero pasado que no se publicarán los resultados de la convocatoria a becas y promociones de la carrera de investigador hasta tanto se configure el presupuesto definitivo para 2024″.

Es una situación muy complicada que no sólo ha generado una gran inquietud entre jóvenes investigadores, que quieren aplicar sus conocimientos en las líneas de trabajo que muchas veces se traducen en soluciones para problemas reales y concretos de la comunidad, como la ciudadanía pudo apreciar en el reciente periodo de crisis sanitaria por el Covid-19, apenas un ejemplo entre un sinnúmero de casos.

Parafraseando al presidente de la Nación, quien en el discurso ante el reciente Foro de Davos (Suiza) llamó “héroes” a los empresarios del mundo y, obviamente, de nuestro país, pensamos que el mandatario debió extender esa categorización a otros sectores de la sociedad. Con sentido crítico, respetuosamente crítico, pediríamos la prolongación de la definición presidencial a los hombres y mujeres que hacen ciencia con el objetivo de que las personas vivan mejor y que sus estudios estén al servicio de la sociedad y generen el verdadero desarrollo con inclusión.

Entonces consolidemos los grandes centros de investigación tanto de la provincia como de la Nación, y no permitamos que se vaya afuera una importante cantidad de investigadores que, aunque todavía están aprendiendo, ya acreditan un importante bagaje de conocimientos y experiencia con la mira en el desarrollo de grandes logros científicos, bajo la guía de sus maestros y tutores.

Es la desastrosa realidad que vivimos en 2001 con el congelamiento de vacantes, la falta de financiamiento de proyectos y la expulsión de mentes promisorias, que llevaron sus conocimientos a distintos países europeos y a Estados Unidos.

Se ha avanzado tanto en explicitar el papel social de la ciencia, que son pocos quienes piensan que los científicos no le aportan gran cosa a una región, una provincia y, en definitiva, al país. Asimismo, se ha caído la visión de que investigadores e investigadoras científicas viven en una torre de cristal, pensando en abstracciones o conceptos de imposible aplicación en la realidad.

Los científicos de Mendoza, que es el escenario que tenemos más a mano, investigan sobre las temáticas productivas, sociales, ambientales y económicas de nuestro territorio. Citamos aquí a la exdirectora del CCT-Conicet Mendoza, Elena María Abraham, quien, con vigencia actual, decía hace unos años que los científicos generan investigaciones de excelencia y se preocupan para que los resultados de esas investigaciones sean aplicables al momento de tomar las decisiones que se necesitan frente a determinados problemas que surgen en la sociedad.

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