La Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (Ufeci) emitió una alerta nacional hace pocas semanas atrás sobre maniobras de una red de pedofilia que contacta a chicos de entre 10 y 14 años a través de grupos o comunidades de WhatsApp.
Según la Ufeci, estos grupos de WhatsApp se enmascaran bajo la fachada de un desafío.
Se proponen crear comunidades grandes, es decir, con muchos integrantes: “Metan gente” o “Tenemos que llegar a 2.000″ son algunos de los nombres de los grupos que fueron identificados y denunciados.
De esta manera, los administradores del grupo incentivan a niños y adolescentes para que sumen a compañeros y/o amigos de su edad.
Una vez que la comunidad creció lo suficiente, según la Ufeci, los administradores comienzan a enviar fotos y/o videos de contenido sexual, violento o discriminatorio.
De acuerdo con las denuncias realizadas en los últimos días, ofrecerían dinero a cambio de que los adolescentes y niños les mandasen archivos similares.
En la investigación de la Ufeci se apunta a chats creados por adultos que en una primera etapa, para establecer confianza con los primeros jóvenes incorporados al grupo, les dan el rol de administradores a algunos de ellos.
Grupos similares ya fueron individualizados, además de en Mendoza, en provincia y ciudad de Buenos Aires, en la región patagónica y en Córdoba.
Por supuesto, la primera recomendación para los padres es que dialoguen con sus hijos sobre los riesgos que corren al entrar en contacto con gente desconocida a través del teléfono.
En este sentido, la mayoría de los especialistas recalca que la prohibición no conduce a nada.
Aunque cueste, es necesario abrir y sostener un canal de diálogo sobre el tema, respetando la intimidad.
Porque el objetivo no debiera ser controlar ni invadir, sino protegerlos de los riesgos que corren en el mundo digital.
Las tecnologías y las redes son instrumentos que vinieron para quedarse y no queda mucho más remedio que adaptarse a ellas o alejarse de la realidad cada vez más, porque tanto en el estudio como en el trabajo serán cada vez más necesarias.
Sin embargo, junto a esos objetivos loables, el uso inescrupuloso y delictivo de esas redes no se puede soslayar tan fácilmente por más que intervengan las entidades estatales especializadas.
Es por eso que, reiteramos, el papel de los padres, maestros y todo tipo de adultos responsables debe prestar toda su atención hacia estos peligrosos crecientes e instruir a los menores para que los eviten.