En la canción “Imagine”, John Lennon comparte su sueño de hermandad entre los seres humanos donde no existan fronteras, ni pretextos para hacer guerras, ni religiones que separen a los creyentes y donde la gente viva en paz compartiendo “un solo mundo”.
Quisiéramos compartir esa utopía de Lennon y aplicarla a la situación de la accidentología vial que padece Mendoza y expresar, palabras más, palabras menos, lo siguiente, tomando como base la primera estrofa de la melodía: “Imagina que no hay paraíso. / Es fácil si lo intentas. /No hay infierno debajo nuestro. / Arriba nuestro, sólo cielo. /Imagina a toda la gente/Viviendo el presente”.
Transfiriendo al vocabulario de los incidentes de tránsito, imaginamos una provincia tranquila, sin la casi cotidiana desgraciada de los siniestros fatales de tránsito. Imaginamos a toda la gente, viviendo el presente por una buena conducta al volante en la calle.
La comparación, lo admitimos, puede parecer caprichosa, pero la traemos a colación porque se conoció que durante 2024 perdieron la vida 171 personas en accidentes viales, 13 por ciento menos que en 2023, según estadísticas proporcionadas a nuestro diario por el Ministerio Público Fiscal.
Aunque los caídos han sido menos en el año que acabamos de dejar, la tendencia sigue siendo muy alta y muchos hogares quedaron marcados para siempre por las personas que murieron en esos hechos.
Según los datos oficiales, enero fue el mes con más muertes y otra conclusión es que 55% de los casos se registraron en el Gran Mendoza.
Sabemos que es casi imposible pensar en una provincia sin siniestros de tránsito, pero el número de 171 es una cifra muy dolorosa sobre la que hay que trabajar para intentar su disminución en la mayor proporción posible.
Cuántos de los incidentes que causaron los fallecimientos y las heridas graves a sus protagonistas se habrían evitado con el empleo del manejo a la defensiva, circulando a velocidad moderada y cumpliendo las indicaciones de la señalética de prevención.
Se maneja mal en nuestras calles y rutas, poniendo el riesgo constante por delante. Hay una cuestión de aptitud en muchos conductores que se pone en tela de juicio porque se conduce con temeridad, más de la cuenta. También hay una razón de actitud. Muchos exhiben conocimientos y habilidades al manejar, pero no se evitan las imprudencias y sus consecuencias. Cada ciudadano tiene que acatar las normas y ser consciente de que los riesgos son permanentes, cada segundo de tiempo es demasiado valioso cuando estamos manejando, en la ruta o en las calles.
Estas premisas deberían ser más debatidas en las reparticiones que entregan las licencias de conducir, acentuando los cursos de manejo defensivo para lograr conductores seguros.
También preocupan y mucho los datos sobre controles de alcoholemia durante el año pasado: 49.5% del total de los conductores multados en Mendoza por superar la tasa de alcohol permitida (0.50 gramos) tenía entre 25 y 39 años.
Otro aspecto que deber ser seguido de cerca por las autoridades y proceder a inhabilitar por el tiempo que sea necesario a usuarios reincidentes por conducir alcoholizados, adoptando mayor severidad con los que causan la muerte de terceras personas.
Los mendocinos tenemos mucho por aportar para bajar estas estadísticas de dolor y muerte, o de quienes sobreviven con graves secuelas de por vida.
No vamos a llegar a la utopía de la canción de Lennon, pero cuanto aportaríamos si al salir a manejar en la vía pública pensáramos en los riesgos, asumiéramos los cuidados y advertencias e hiciéramos de la prudencia permanente una religión.