Los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se convirtieron en una cita ineludible para todos los países del mundo.
Durante el tiempo que transcurrió la competencia internacional, se generaron jornadas muy extensas de actividades deportivas que se transmitieron en vivo y en directo para el planeta, y mantuvieron conectados con el evento a millones de personas pendientes del rendimiento y el éxito de sus atletas, no obstante la pandemia imperante.
Los resultados y la cantidad de medallas conseguidas, funcionan como elemento evaluador indicativo del desempeño deportivo nacional que permite medir o comparar la posición sociocultural del país, el estado de un sistema deportivo adecuado y las políticas públicas pertinentes y una adecuación de la utilización de los recursos humanos y económicos a disposición.
Los países que lideraron el medallero fueron otra vez las grandes potencias como Estados Unidos, China, Japón, Australia, Gran Bretaña, Francia, Alemania. Cuba y Brasil son los países de América que se acercaron a los veinte mejores.
La delegación nacional consiguió muy poco en la convocatoria realizada en el país asiático: tres medallas, dos de bronce y una de plata. Una de las dos primeras, por intermedio del seleccionado masculino de vóley y la siguiente, por la buena actuación de Los Pumas Seven.
La presa mayor obtenida fue la de plata que conquistaron Las Leonas del hockey femenino, que volvieron a llenar de orgullo al país.
Ocupamos la posición 72, por detrás de Ecuador, Venezuela, Colombia y Cuba.
El desafío a partir de ahora es tratar de revertir la situación y tratar de generar un mejor rendimiento en la edición olímpica de París 2024.
No será fácil y ese cambio de paradigma no vendrá del azar o de los esfuerzos personales y privados de los deportistas, sino de un trabajo colectivo.
No es tiempo de buscar las culpas sino de comenzar a trabajar. Hay que poner en discusión los factores sociales, políticos, culturales y medios económicos para que, la formación de deportistas que representan a la Nación, sea mucho más sólida y fundamentada.
Debe iniciarse una verdadera cultura deportiva en la población, apoyada fuertemente por el Gobierno nacional y los Estados provinciales y, dentro de estos, por los municipios con sus complejos polideportivos, verdaderas escuelas de formación de atletas por la vinculación de alumnos y profesores de gimnasia.
Por eso otra cara de la realidad en materia deportiva son los clubes de barrio, que tienen un papel preponderante en la formación de las bases para la futura alta competencia.
La gestión de las entidades barriales y distritales es gravitante porque allí el adolescente y el joven toman su primer contacto con la disciplina que desarrollarán a futuro. Hay que insistir en la vuelta al servicio de estas instituciones, que se perdieron por decenas en nuestra provincia, dejando desamparados a los grupos juveniles de las comunidades del interior que, además, son las más humildes.
Cerramos el comentario citando al “Chapa” Carlos Retegui, director técnico de Las Leonas, medallistas de plata, cuando dijo que “sacar un pibe de la calle vale más que una medalla olímpica”.