El gobierno del presidente Javier Milei cierra el año 2024, el primero de su gestión, con avances económicos que fueron en línea con sus preceptos y anuncios de campaña: baja importante de la inflación y déficit cero en el plano fiscal. Sí se advierte una caída del salario real.
Queda claro, por lo tanto, que para que en 2025 haya un buen repunte de la actividad económica en general y de los ingresos de la gente, la Argentina debe hacerse de dólares mediante la consolidación paulatina de la inversión extranjera, por un lado, y con el aporte del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que viene negociando en buenos términos la actual conducción económica.
Sin embargo, todo análisis de lo hecho por el actual gobierno nacional no puede excluir un detalle fundamental: la grave situación macroeconómica heredada de la administración de Alberto Fernández. Una crisis que se potenció en los últimos tiempos de esa gestión por el derroche económico a favor de su candidatura presidencial del entonces ministro de Economía Sergio Massa.
Aquel descalabro inocultable, palpable por una sociedad golpeada como pocas veces se vio en el país, fue el que condujo al contundente triunfo electoral que Javier Milei obtuvo en segunda vuelta. También por ello ese triunfo del ahora líder libertario fue el primero en la era democrática argentina que se produjo con la promesa lisa y llana de la realización de un ajuste.
Y aquí desembocamos en otro aspecto de la actual gestión que en los hechos sigue convenciendo a la gente: detrás del ajuste hubo, a no dudarlo, un reacomodamiento de piezas para el funcionamiento del Estado que dio lugar a la eliminación de gastos improductivos, innecesarios, que, como es obvio suponer, salían de los bolsillos de los argentinos.
Y se pudo demostrar que el orden en la vía pública sí es posible cuando se aplican los mecanismos que la autoridad pública tiene a disposición para cumplir ese cometido; los piquetes, tan comunes durante años, terminaron transformándose en reclamos muchas veces justos, claro que sí, pero en términos normales, civilizados, sin alterar el ritmo de la gente que necesita moverse para trabajar o estudiar.
En materia política, el oficialismo también mostró, en absoluta minoría parlamentaria, la habilidad y capacidad justas y necesarias para poder avanzar con las leyes fundamentales para su ambiciosa gestión reformista. Hay que reconocer, además, muy buena predisposición de sectores de la oposición para evitar obstáculos.
En gran medida coinciden consultores y analistas políticos de consolidada labor en el país: el votante del presidente Milei valora el orden público y la estabilidad. El Presidente dijo al respecto que el ajuste que llevó a cabo su gestión permitió “devolverle 15 puntos del PBI al sector privado” para financiar la inversión, mientras que “no hemos perdido un ápice de apoyo social porque la retracción del fisco la llevamos a cabo sin tocar el gasto social”. Esos aspectos proyectados hacia las elecciones de mitad de mandato previstas en 2025 permiten vislumbrar una clara consolidación del modelo oficial en las urnas.
Pese a todos estos avances, para el nuevo año el Gobierno tiene objetivos lógicos: consolidar la desaceleración de la inflación ya vista en este 2024 y lograr que la actividad económica suba de la mano de un aumento del consumo. Sólo así la sensación de retribución y satisfacción se podrá sentir en el bolsillo de los argentinos. Es la cuenta pendiente.
