Es de gran trascendencia la puesta en valor y habilitación del denominado Cuadro 33, un lugar del Cementerio de la Capital de Mendoza utilizado en su momento para el entierro clandestino de personas durante la última dictadura militar.
Se trata de la primera etapa de una muy loable iniciativa que comparte la sociedad mendocina con sus autoridades políticas y judiciales. La investigación y búsqueda llevadas a cabo por la Comisión de Familiares de Detenidos Desaparecidos por Razones Políticas, de nuestra provincia, aportaron lo necesario para que la Justicia tuviese evidencias que dieran paso al ordenamiento de excavaciones que permitieron comprobar la identidad de muchas personas desaparecidas en aquellos años.
Debe ser destacada la iniciativa del intendente Ulpiano Suárez de promover el rediseño y la reconstrucción de este espacio, especialmente ambientado para quienes concurran a recordar a sus familiares y amigos. Ese lugar fue siempre descuidado y bastante relegado dentro del perímetro del cementerio de la Ciudad. Allí quedaban muchas veces depositados los restos de personas a las que nadie reclamaba. Ese triste destino se ampliaría en los años de violencia represiva.
Por otra parte, resultó muy oportuno por parte de las autoridades municipales que la inauguración de la sensible mejora se haya realizado con posterioridad al acto eleccionario del domingo 22, alejada de toda posible especulación o connotación política a tan noble reivindicación, como sí ocurrió en otras oportunidades en el país a raíz de la malversación de sectores que politizaron la noble causa.
Los derechos humanos son patrimonio de todos y no es justo que determinados sectores políticos o ideológicos se adjudiquen siempre la autoría de cuanta iniciativa en su nombre se lleva a cabo, como lamentablemente ha ocurrido en forma reiterada en la Argentina en los últimos años.
En el caso que nos ocupa, las autoridades de la Municipalidad de Mendoza tomaron muy atinadamente la posta de aquellos grupos de familiares y amigos de desaparecidos que necesitaban su correspondiente identificación para que, como ahora y en un acto de absoluta justicia, sus restos descansen en un lugar especialmente ambientado.
Se trata de un paso sencillo pero tocante, en un año muy especial, ya que se celebran 40 años de vida democrática ininterrumpida en la República Argentina. Precisamente, fue durante la presidencia del doctor Raúl Alfonsín, a quien el pueblo eligió mayoritariamente en 1983 para conducir aquel resurgir democrático, el encargado de promover la constitución de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), con el objetivo primordial de esclarecer los crímenes ocurridos en la Argentina durante el régimen militar, entre marzo de 1976 y diciembre de 1983.
Toman valor las palabras del intendente Suárez en el acto montado para descubrir la placa conmemorativa y la habilitación de la primera parte del rediseño del espacio, al señalar que la reflexión sobre los hechos dramáticos del pasado en épocas difíciles en lo económico y social, como los que se viven actualmente, constituye un acto de responsabilidad que las autoridades de turno no deben dejar pasar, siempre en un derrotero democrático que necesita subsistir a pesar de las dificultades que marcan los tiempos.