Las desigualdades sociales se acumulan cada vez más

La responsabilidad de tomar conciencia, de reducir brechas y de fortalecer lazos es de la sociedad en su conjunto, y en especial de las autoridades que tienen a su cargo las políticas públicas para combatir esas realidades. También es un llamado de atención para quienes aspiran a llegar a la presidencia del país en las inminentes elecciones nacionales

Las desigualdades sociales se acumulan cada vez más
Desigualdad. Los obispos alertaron sobre la creciente brecha social en Argentina

Ser mujer y tener un empleo informal aumentan las probabilidades de ser pobre en Argentina.

Esta cuestión, asociada al hecho de que la posición social al nacer tiene un impacto determinante en la vida de las personas, quizá no sea una novedad. Pero impacta cuando se le ponen cifras.

Según un estudio del Programa de Investigación Regional Comparativa (Pirc), en el que participaron, entre otros, investigadores del Conicet, las mujeres tienen 65% más de probabilidades de experimentar la pobreza que los hombres, mientras que las personas que se autoidentifican como pertenecientes a pueblos originarios y a afrodescendientes tienen 170% más de probabilidades de vivir en la pobreza en comparación con aquellos de origen étnico europeo.

El relevamiento, realizado en 5.200 hogares del país, muestra además que, al combinarse esos factores, se acentúan las desventajas y que en determinados grupos sociales operan mecanismos que se suman formando “capas solapadas” de creciente desigualdad.

De esta manera, la movilidad social se transforma en un concepto cada vez más obsoleto, mientras crecen las dificultades que tienen determinados sectores para prosperar, en todos los sentidos de este término.

Como señala el sociólogo Gonzalo Assusa, uno de los investigadores, “la desigualdad es acumulativa porque las ventajas y desventajas derivadas de la posición social al nacer se acumulan con el tiempo a través de las generaciones”.

Estas estadísticas son útiles para seguir tomando conciencia de que dichas desigualdades no son inventos ni caprichos de grupos minoritarios, ni fruto de una ideología específica.

Son realidades que a veces se naturalizan o se ocultan con el argumento de que hay otros temas más urgentes por resolver.

No sólo no es así, sino que, como se puede apreciar, se trata de un estado de situación que contribuye a profundizar las crisis en las que los argentinos estamos inmersos. La crisis social es, acaso, una de las más graves y profundas.

Ya sabemos hasta dónde llegan las consecuencias de esa fragmentación, en especial cuando se combina con problemas económicos o políticos.

En tiempos en que desde algunos sectores políticos se ponen en duda estas desigualdades y se cuestionan derechos relacionados con ellas, el estudio mencionado da cifras a esa situación y, a la vez, debiera ser una alerta.

La responsabilidad de tomar conciencia, de reducir brechas y de fortalecer lazos es de la sociedad en su conjunto, y en especial de las autoridades que tienen a su cargo las políticas públicas para combatir esas realidades.

También es un llamado de atención para quienes aspiran a llegar a la presidencia del país en las inminentes elecciones nacionales: no sólo deben pensar en leyes y programas educativos, sociales o económicos que ayuden a reducir las desigualdades mencionadas, sino que tienen la responsabilidad de no profundizar aún más las diferencias.

La población argentina está cansada, sofocada, sumida en el hartazgo y en una pobreza cada vez más extendida.

Ya va siendo hora de que quienes ejercen los liderazgos lo entiendan y actúen en consecuencia.

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