Las cuasimonedas, un debate que atrasa

Lo de las cuasimonedas es historia conocida entre nosotros, ya que aparecieron e hicieron estragos en diversos períodos de crisis, con el saldo por todos conocido: permiten a gobiernos que administran mal licuar sus pasivos a la vez que saquean a los asalariados y engordan los bolsillos de los usureros de siempre.

Las cuasimonedas, un debate que atrasa
El presidente Javier Milei y el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, quien usará cuasimonedas en su provincia.

A esta altura de nuestra historia nacional, resulta casi ocioso recordar que la gestión de la cosa pública registra entre nosotros un rosario de irresponsabilidades diversas, tanto más escandalosas cuando ellas involucran desde humildes intendentes hasta encumbrados primeros mandatarios, pasando por gobernadores, legisladores y ministros casi sin escalas.

Y por si fuera necesario constatarlo una vez más, el contrapunto entre el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, y el presidente de la Nación, Javier Milei, no deja espacio alguno para la duda.

Precavido, Quintela había advertido que el cese de los envíos discrecionales a las provincias habría de desfinanciar a la suya, por lo que crearía una cuasimoneda destinada al pago de los salarios públicos.

En La Rioja hay casi siete empleados públicos por cada tres trabajadores formales del sector privado, a lo que debe agregarse que el 90% de los recursos provinciales provienen de la coparticipación. O sea que allí sólo se genera $ 1 de cada $ 10 que se consumen.

Lo de las cuasimonedas es historia conocida entre nosotros, ya que aparecieron e hicieron estragos en diversos períodos de crisis, con el saldo por todos conocido: permiten a gobiernos que administran mal licuar sus pasivos a la vez que saquean a los asalariados y engordan los bolsillos de los usureros de siempre.

Sin embargo, la rápida aprobación del bono provincial riojano choca con el dato de que la provincia sigue recibiendo su coparticipación y que esta excede a los requerimientos salariales del engordado sector público que consume sólo el 40% de dichos envíos automáticos, por lo que cabe preguntarse qué se hace con el resto. Y sería pertinente que la Justicia investigara.

Como sea, la reacción del Gobierno provincial luce desmedida e inoportuna y destinada, tal vez, a darle una cuota de figuración a un gobernador que busca su proyección nacional y que encuentra en el actual presidente de la Nación el partenaire ideal cuando este sostiene que no habrá rescate de la Nación para esos papeles.

Este último punto es el que hermana a unos y a otros en el ejercicio de la irresponsabilidad: un gobernador que acaba de descubrir que los recursos son finitos tras años de no haber hecho nada al respecto y un presidente que hasta ahora ostenta un sólido desconocimiento en materia de usos y modos republicanos.

Ejemplos como estos nos llevan a requerir una vez más una cuota de racionalidad y sobre todo de respeto por la angustia de muchos, que padecen en carne propia tanto la mala administración como la falta de coordinación entre los distintos niveles de gobierno.

Es imprescindible que unos y otros recuerden que se trata de hacer cosas con la gente, nunca contra la gente.

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