La fiesta máxima de los mendocinos fue, una vez más, motivo de convocatoria para la dirigencia política nacional. La Vendimia es, sin ninguna duda, una vidriera para quienes tienen aspiraciones en la función pública, especialmente en años electorales, como el actual. Un brilloso escaparate para que luzcan tanto los que hacen sus primeros pasos como los que ya tienen varios años en el ejercicio partidario. Y como en la política generalmente muchos reciclan periódicamente sus funciones, logran estar casi siempre en cartelera.
En estos últimos días vinieron a la provincia funcionarios de alto rango del gobierno nacional, diplomáticos, dirigentes y candidatos de prácticamente todos los sellos o alianzas de la oferta electoral 2023; oficialistas y opositores a nivel nacional y hasta adversarios, tanto oficialistas como de la oposición, que deberán dirimir sus a veces marcadas diferencias en competencia interna, es decir, en las elecciones primarias. Algunos tuvieron mayor exposición popular que otros, pero todos se movieron en ámbitos sociales, empresariales y productivos de la provincia. Es que son estos últimos sectores los que están siempre interesados en conocer algo de lo que la dirigencia nacional propondrá para seducir a los votantes. Por eso esperan que en Vendimia lleguen con algo sincero.
Obviamente, en la mayoría de los casos los visitantes tienen sus anclajes partidarios locales, aunque por lo general los políticos mendocinos son más cuidadosos en su exposición pública en Vendimia a raíz del trato más frecuente que tienen con la gente.
Es probable que para las expectativas de algunos sectores productivos de Mendoza lo que se escuchó en estos días sea todavía escaso, poco esclarecedor. Esto es demostrativo de que el país en general está necesitando urgentemente propuestas serias, firmes, que conduzcan a hechos concretos y viables, sobre todo. De palabras y promesas estamos ya bastante curtidos, no sólo los mendocinos sino los argentinos en general.
Como bien señaló ayer uno de los editores de Los Andes en la presentación de la edición especial de Vendimia, “la fiesta mayor de los mendocinos está sujeta a los vaivenes propios del país, pero su fortaleza es que ya trazó su camino y encontró su esencia”. Por ello, quienes habitamos esta provincia podemos prescindir por unos días de los dramas de la Argentina para disfrutar de un festejo que, en años buenos económicamente y también de los malos, nos reúne para festejar otros 365 días de esfuerzo y riesgo de nuestra industria de base.
Con más razón, por lo tanto, reclamemos a tantos políticos itinerantes que a cambio del cartel que para ellos puede constituir la fiesta de Mendoza nos dejen aportes claros, concretos, en cuanto a propuestas que hayan previsto si les toca gobernar en poco tiempo más.
De más está reiterar el triste y dramático cuadro que ofrece nuestro país, sumergido en una crisis económica de salida por el momento poco imaginable, con consecuentes niveles de pobreza galopantes y con un contexto delictivo que vulnera día a día el poder institucional, como lo demuestra la crisis del narcotráfico en Rosario y otros puntos.
Nuestro país, incluyendo a Mendoza, obviamente, ya no necesitan tantas palabras prometedoras de su venida a menos clase dirigente, sino hechos que se puedan comprobar a través de resultados. Es lo mejor que puede encarar una dirigencia que pretende recordar 40 años de democracia en deuda con su pueblo.
