La oposición debe construir proyectos y liderazgos

Si la transición democrática se caracterizó por el bipartidismo, ya es innegable que nuestro tiempo está marcado por un bicoalicionismo

La oposición debe construir proyectos y liderazgos
Juntos por el Cambio ganó en casi todas las provincias del país. Gentileza / Clarín

Las elecciones primarias dejaron en una posición de privilegio a Juntos por el Cambio. Si hubo un “voto castigo” al Gobierno nacional, la principal coalición opositora pudo capitalizarlo en distintas provincias y generar una “ola amarilla” que recordó los triunfos del macrismo previos a la derrota de 2019: se impuso en 15 jurisdicciones, en todas las regiones del país.

En ese contexto, y de cara a las elecciones generales de noviembre y el relativo eclipse del kirchnerismo que significaría la repetición de este resultado, vale advertir que las primarias no consolidaron un nuevo liderazgo en la oposición, con todo lo que ello implica.

Mauricio Macri se involucró en las internas de Córdoba y Santa Fe, por ejemplo, y en ambos distritos perdieron las listas que apoyó. Tampoco les fue bien en territorio santafesino a Horacio Rodríguez Larreta y a Martín Lousteau.

En el caso de Rodríguez Larreta, esa apuesta negativa se compensa relativamente con la victoria que alcanzaron sus candidatos en Ciudad Autónoma de Buenos Aires y provincia de Buenos Aires. Pero en esos dos distritos las diferencias numéricas no fueron las esperadas: la lista del recién llegado Facundo Manes, con los apoyos de Emilio Monzó y Margarita Stolbizer, recolectó el 40 por ciento de los votos cambiemitas bonaerenses; y en la Ciudad, administrada por el PRO hace 14 años, María Eugenia Vidal apenas si obtuvo el voto de uno de cada tres porteños.

A lo cuantitativo se lo puede complementar con lo cualitativo: Rodríguez Larreta, que hasta aquí había buscado mantenerse al margen de “la grieta” y presentarse como un “hombre de diálogo”, al final de la campaña no dudó en endurecer su discurso y hacer uso de ella para capturar el voto antikirchnerista.

En el caso de los radicales, las elecciones cordobesas debilitaron a Mario Negri, jefe del bloque de Diputados, mientras que los triunfos en Jujuy y Mendoza fortalecerían a Gerardo Morales y Alfredo Cornejo, respectivamente, que no tienen una misma visión sobre la inserción de su partido en la coalición.

Además, Juntos por el Cambio no supo explicar en este segmento de la campaña el significado del ingreso de figuras tan disímiles como Ricardo López Murphy y Margarita Stolbizer, dos exradicales que ante el colapso de la presidencia de Fernando de la Rúa abandonaron el partido para fundar nuevos nucleamientos políticos ubicados en la centroderecha y en la centroizquierda, respectivamente.

Por lo tanto, la reconfiguración de los liderazgos internos debe ir acompañada de una clara comunicación a la sociedad sobre el proyecto de país que Juntos por el Cambio, en su nuevo formato, propone a la ciudadanía.

Si la transición democrática se caracterizó por el bipartidismo, ya es innegable que nuestro tiempo está marcado por un bicoalicionismo. Es lógico, entonces, demandarles a ambas coaliciones por igual que expliciten sus ideologías y, con ellas, programas propositivos que vayan más allá de la remanida definición por la negativa, donde sólo se identifican como quien está en contra del otro.

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