Los vaivenes de una economía tan inestable como la de Argentina suelen golpear severamente a los sectores sociales más vulnerables. Por ello las evaluaciones y estadísticas reflejan periódicamente la dura realidad.
En una reciente publicación de Los Andes se informaba sobre la preocupación existente a nivel oficial en la provincia por el aumento de la demanda de ayuda alimentaria, incluyendo ahora con más notoriedad a adultos mayores. No se trata solamente de personas carenciadas sino en su gran mayoría de jubilados desbordados por sus escasos ingresos y los efectos inflacionarios aún vigentes. Se pasó de una atención mayoritaria a familias con niños o discapacidades a una cobertura con mayor exigencia por incluir a población de la tercera edad.
Entre las comunas con más injerencia en este tipo de cobertura en la provincia el incremento de demanda este año con respecto a 2023 fue de aproximadamente 25%. No obstante, en general la atención de estas necesidades por parte del gobierno provincial y las comunas se realiza en forma normal. Como se informó, el incremento de la partida presupuestaria fue de 150% en los últimos diez meses, pero no deja de sorprender a las autoridades municipales consultas el creciente reclamo de comida en lo que va del año.
A la labor que cumplen organismos provinciales y municipales se debe incluir a entidades comunitarias y religiosas, como Cáritas, de la Iglesia católica, y de otros credos, que también se ocupan de recibir reclamos de la población en las distintas zonas a su alcance.
La actual política de reducción de las funciones del Estado, totalmente lógica y comprensible en el contexto de deterioro y exceso del gasto que recibió la actual administración, de ningún modo puede eximir a las autoridades del cumplimiento de la atención pertinente a los sectores más vulnerables.
El presidente de la Nación prometió reiteradamente que la única área de gobierno autorizada a aumentar el gasto para salir en ayuda de los afectados por el plan de ajuste de la economía es el de Capital Humano, que incluye a la asistencia social. Por ello es de esperar que con la erradicación de vicios y corruptela detrás del asistencialismo incontrolable que rigió durante tantos años se encuentre el rumbo hacia la merecida bonanza social.
El soporte estatal resulta primordial mientras el gobierno de turno apuesta a la liberación de trabas para que el sector privado tenga la posibilidad de generar trabajo para producir.
Conviene reiterar con frecuencia que la pobreza es el mayor flagelo que soporta gran parte de la sociedad argentina. No cabe ahora reiterar porcentajes. Es una dolorosa realidad a la que, lamentablemente, la dirigencia no le encontró una solución durante décadas. Hubo períodos de subas y otros de bajas notorias, es justo reconocerlo, pero nunca marcando una tendencia de supuesta mejora. Las estadísticas no permiten disimular la dura situación que viven millones de argentinos. No hay argumentos para intentar suavizar la realidad.
Siempre consideramos desde este espacio de opinión que la pobreza ha pasado a ser una de las grandes deudas de la etapa democrática del país. Por lo tanto, sería ampliamente satisfactorio que la actual administración nacional pudiese encontrar el rumbo correcto en tan sensible asunto.