La inflación de abril fue de 8,8%, lo que significa el regreso a un dígito en la suba de los precios al consumidor luego de 6 meses informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
Los alimentos y bebidas no alcohólicas aumentaron 6% respecto del mes precedente, tendencia que se mantuvo durante la primera quincena de mayo, en la que se registraron escasas variaciones de esos valores.
El dato auspicioso, que el presidente Milei celebró como un triunfo deportivo, esconde, sin embargo, ciertas particularidades que suponen fuertes desafíos para la gestión oficial.
Si bien hubo una corrección por parte de las empresas, ante equivocados cálculos inflacionarios que estas realizaron al comienzo del actual Gobierno, la caída de los precios obedece, fundamentalmente, a una baja en la demanda.
Los salarios y las jubilaciones acusan una pérdida real de más de 30%, lo que se conoce como efecto “licuadora”, en forma paralela al fuerte recorte del déficit fiscal.
El Estado nacional dejó de emitir al ritmo en que lo venía realizando la administración de Alberto Fernández con el objetivo de apuntalar la candidatura de Sergio Massa.
Los indicadores actuales sugieren que el actual Gobierno logró frenar una posible hiperinflación, pero aún persisten dudas sobre la posibilidad de alcanzar una recuperación sólida.
De la caída de la demanda se sale con una mejora de los ingresos de la población. Pero para que este incremento en la compra de bienes y servicios no provoque una alta inflación se requiere, en forma simultánea, un aumento de la producción.
La mayor oferta de bienes y servicios sólo es posible con nuevas inversiones, para lo cual es clave el texto que se apruebe en la “ley bases” que discute el Senado nacional.
El Gobierno propone la aprobación de un Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (Rigi), que estimularía la radicación de grandes proyectos en el sector de hidrocarburos, en la minería y en el campo.
Las pequeñas y medianas empresas temen que esa iniciativa se traslade a todos los ámbitos de la producción, lo que dejaría fuera de carrera a miles de emprendimientos, muchos de ellos de conformación familiar.
El otro desafío que enfrenta Milei para que la inflación no retorne con la reversión de la caída del consumo y de la recesión es una política cambiaria estable. El Presidente insiste en que la salida del cepo es inminente, aunque aún no aparece con claridad cuál sería el prestamista de última instancia que aporte los dólares para favorecer “la competencia de monedas” en el mercado local.
Es destacable, sin dudas, la fuerte reducción de la inflación, luego de la anterior gestión prohijara la suba descontrolada de precios. Sin embargo, los múltiples desafíos que aparecen deben alentar al Gobierno a abrir caminos de diálogo y consenso y hallar las mejores herramientas que permitan el logro de una estabilidad perdurable y un crecimiento sustentable.