La inflación de junio fue del 6%, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) dados a conocer hace pocos días atrás.
Por segundo mes consecutivo se nota una desaceleración: tras el récord de abril, cuando el índice de precios al consumidor (IPC) marcó un 8,4%, en mayo se había ubicado en 7,8%.
Pero la inflación del primer semestre ya superó el 50%, y en los últimos 12 meses alcanzó el 115%.
En ese contexto, no hay nada para celebrar.
No sólo porque tenemos en un mes la inflación que muchos países registran en un año, sino fundamentalmente porque la desaceleración se explica por la fuerte caída de la actividad económica y del consumo.
Según la Cámara Argentina de Comercio, a nivel nacional, entre mayo de 2022 y mayo de 2023, el consumo se estancó.
Sin embargo, entre otros institutos económicos que tienen sus mediciones, la Cámara Argentina de la Mediana Empresa registró en junio, por sexto mes consecutivo, una merma en las ventas minoristas.
Otro factor que puede haber influido es que el Ministerio de Economía pospuso la autorización de aumentos en la mayoría de los productos de la canasta alimentaria hasta la segunda quincena del mes.
Un mero juego táctico que posponía la cruda realidad mientras se trataba de ganar algo de tiempo y se definían las candidaturas del oficialismo. La ganancia puede ser relativa, de todas maneras, y muy efímera.
Es cierto que no conoceremos el índice de inflación de julio antes de las elecciones primarias.
Lo que desde el punto de vista electoral significa que Sergio Massa podría hacer campaña diciendo que ahora sí vamos en el camino correcto gracias a su gestión.
Pero como su candidatura presidencial no estaría en juego en las Paso, ya que es altamente improbable que Juan Grabois lo derrote, el curso inflacionario seguirá siendo el principal contradictor del relato falsamente auto celebratorio que enuncie ahora.
De hecho, en diciembre del año pasado, cuando se conoció el IPC de noviembre, que fue más bajo que el del mes anterior, Massa lo interpretó como una señal inequívoca de que cambiaba la tendencia por las supuestamente acertadas medidas que él había tomado.
A partir de entonces, dijo, la inflación bajaría mes a mes y en abril estaría por debajo del 4%.
Pasó exactamente lo contrario.
No dejó de subir y en ese fatídico abril alcanzó más del doble del pronóstico del ministro (8,4%).
Además, en la Ley de Presupuesto 2023 que presentó en el Congreso, Massa proyectó para este año una inflación anual del 60%, sin ningún argumento razonable que lo justificara.
Pues bien, hoy es innegable que lo concluiremos con una inflación que casi duplicará esa cifra.
La realidad es que el presidente Alberto Fernández y sus ministros de Economía equivocaron el diagnóstico y agravaron el problema. Desde enero de 2020 hasta el mes pasado, en tres años y medio de gestión, la inflación acumulada superó el 500%.