La inflación disminuye pero sus efectos bajan poco

No se trata sólo de hacer un listado de indicadores negativos para mostrar el otro lado de la macroeconomía, sino de advertir la necesidad de continuar trabajando en profundidad para que la auspiciosa baja de la inflación sea acompañada por una mejora en la calidad de vida de la ciudadanía.

La inflación disminuye pero sus efectos bajan poco
Milei le agradeció a Caputo por la baja de la inflación.

Noviembre trajo una noticia esperada por el Gobierno nacional, y esperanzadora para todos los argentinos: la inflación de octubre fue del 2,7%, la cifra más baja desde noviembre de 2021, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Es un dato positivo, en especial si se tiene en cuenta el largo periplo de aumentos incesantes de precios que la ciudadanía sufre desde hace décadas, y que había empeorado de manera catastrófica durante el último año de la anterior gestión nacional.

Las actuales autoridades celebraron la difusión del índice como un logro histórico. Y en cierto sentido lo es.

Sin embargo, conviene advertir el riesgo de un triunfalismo excesivo, si se tiene en cuenta todo el panorama que la gente vive –y en algunos casos padece– de manera cotidiana.

En paralelo a la cifra de la inflación, se conoció también que una familia tipo necesitó reunir ingresos por $ 986.586 para no caer en la pobreza, según el mismo Indec. Ese es el valor de la canasta básica total (CBT) de bienes y servicios para un grupo compuesto por un matrimonio y dos hijos en edad escolar.

Se trata de un dato preocupante, si se tiene en cuenta, por ejemplo, que en el segundo trimestre de 2024 el ingreso promedio per cápita fue de $289.562, según reveló la Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos.

Esto se traduce en una caída del consumo que, por ejemplo, en julio registró una cifra negativa de 15,7%, según el índice de ventas minoristas que elabora la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came).

Uno de los rubros que más cayó fue el de farmacia, con 26,4%. Eso significa que una parte de la población comenzó a dejar de comprar medicamentos, algunos imprescindibles para evitar que su salud se agrave.

A ese combo se agregan los aumentos de servicios, que superan de manera amplia la tasa de inflación. Tanto el agua, como la electricidad o el gas, entre otros, sufrieron incrementos elevadísimos.

Por otro lado, nunca se corrigieron del todo las estratosféricas subas de precios registradas entre diciembre de 2023 y enero de 2024, que aún colocan a la Argentina como uno de los países más caros del mundo.

No se trata sólo de hacer un listado de indicadores negativos para mostrar el otro lado de la macroeconomía, sino de advertir la necesidad de continuar trabajando en profundidad para que la auspiciosa baja de la inflación sea acompañada por una mejora en la calidad de vida de la ciudadanía.

La pobreza sigue siendo un mal endémico en el país y obliga a no bajar los brazos en materia de políticas integrales que la ataquen desde todos los flancos: económico, social, político, cultural.

Cada sector –autoridades, gremios, empresarios– debe hacer su parte para encarar una época difícil. La gente les reclama que, de una vez, estén a la altura de este desafío.

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