La incipiente recuperación debe llegar al consumidor

La oportunidad y el cambio de cultura que se propone en el ámbito económico deben conducir a un mejor país para todos, que eluda las ganancias de sectores mediocres ante los desafíos de la economía global.

La incipiente recuperación debe llegar al consumidor

Miembros del Gobierno nacional y dirigentes empresarios coinciden en que la recesión tocó fondo y que en las últimas semanas se insinuó una leve recuperación, que aún no alcanza a las ventas del comercio minorista.

Tampoco es homogéneo el nivel de actividad de los distintos sectores industriales, aunque el promedio muestra una reactivación de 1,3% en julio respecto de junio, eliminados los factores estacionales.

El informe difundido por la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (Adimra) advierte que los números siguen siendo negativos en la comparación interanual y en el acumulado de 2024, con caídas de 11,7% y 15,9%, respectivamente.

El ministro de Economía de la Nación, Luis Caputo, reiteró que desde el 1° de septiembre próximo se reducirá en 10 puntos porcentuales el Impuesto Pais para el ingreso de bienes y servicios destinados a la actividad económica.

El contraste de lo que está sucediendo en la industria con el comercio minorista es notable, ya que este sector –que genera el mayor volumen de empleo en el país– registra comparaciones interanuales negativas desde hace más de dos años.

El Gobierno anunció para el sector que eliminará las retenciones a cuenta de IVA y del Impuesto a las Ganancias, que reducen los costos financieros de la actividad.

Estas medidas, además de las que anunciará el Ministerio de Economía en las próximas semanas junto a la desregulación de diversas actividades, deberían contribuir a una baja sostenida de precios.

Tanto la industria como el comercio tendrán que estar atentos a esas acciones para provocar una reducción de costos que demanda la economía argentina, y evitar así la fuga de consumidores hacia los países vecinos, como sucede periódicamente hacia Chile y Paraguay.

La inercia inflacionaria que aprendieron los argentinos en los últimos 60 años, por las sucesivas crisis económicas, debe dar paso a la cultura de la competencia, de la innovación y de la supervivencia empresarial.

Ese fenómeno permitió el crecimiento de países que a mediados del siglo pasado estaban muy retrasados en relación con la competitividad y la productividad de la Argentina, que, por contrapartida, ingresó en una decadencia.

La incipiente recuperación de la industria por uso de la actividad instalada y la baja de costos que se propicia en el comercio deben llegar al consumidor.

La avidez por una rápida ganancia puede ahogar aún más a las familias, cuyos ingresos reales son escasos para recuperar el poder de compra de un año atrás.

La oportunidad y el cambio de cultura que se propone en el ámbito económico deben conducir a un mejor país para todos, que eluda las ganancias de sectores mediocres ante los desafíos de la economía global.

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