Se cumplieron dos años de la guerra provocada por la invasión de Rusia a Ucrania, con el siempre triste saldo de víctimas y daños y perspectivas preocupantes en el contexto global que nunca pudieron ser neutralizadas. Hubo ya más de 10.000 muertos y los daños se calculan en 450.000 millones de euros.
Tensa aún más la situación la reciente muerte del líder opositor ruso Alexey Navaldi, que estaba encarcelado por el régimen de Putin, con acusaciones falaces, por el solo hecho de pretender liderar un espacio para acceder democráticamente al poder. Una muerte que abre más sospechas sobre los ya criticados métodos de rigor que aplica el líder ruso.
En todo este tiempo nunca desapareció el riesgo de la extensión del conflicto más allá de las fronteras ucranianas. Rusia siempre justificó su acción en una posible avanzada de Occidente contra su territorio, cuando en la práctica lo que queda en evidencia es el afán expansionista de Putin para hacerse de lugares estratégicos. Ya lo había logrado hace 10 años con la anexión de Crimea.
Es una mirada intencional y muy parcial del mandamás moscovita, ya que los países occidentales, encabezados por Estados Unidos, si bien proveyeron en todo este tiempo a Ucrania del armamento necesario para hacer frente a la invasión, en ningún momento insinuaron una participación directa que hiciera suponer un involucramiento liso y llano contra el país invasor.
De todos modos, el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, viene denunciado una suerte de aletargamiento por parte de los países que desde el arranque ayudaron con recursos, incluyendo armamento. Preocupación que es válida, puesto que el aporte internacional mermó a medida que se extendía el conflicto.
El otro aspecto a destacar son las consecuencias de esta guerra. En lo humanitario el saldo es muy lamentable: millones de víctimas y refugiados, desplazados y niños y niñas rehenes de las tropas rusas recuperados mediante agobiantes acciones e intermediaciones, entre ellas del Parlamento de Ucrania. En las últimas horas se informó que 11 menores regresaron después de ser repatriados desde Rusia.
Ciudades y regiones prósperas y con potencial económico fueron devastadas por los intensos bombardeos de las fuerzas militares de Rusia. Y en muchas oportunidades el invasor burló el respeto a corredores de evacuación previamente acordados.
Una vez más el tema conduce a debatir si hubo, realmente, predisposición para forzar negociaciones de paz con Rusia entre los países que dieron su apoyo a Ucrania. O si todo se limitó a la ayuda de carácter bélico como defensa y a sanciones de índole económica, que más incentivaron a los rusos para intensificar su avance. Gran deuda de la comunidad internacional para intentar mediar en éste y otros tantos conflictos que sacuden la paz por todo el mundo.
Para el final, nueva alusión al presidente Zelensky, que inquieto por la actual indiferencia hacia su país advirtió a Occidente en una entrevista: “Putin se los comerá”. Opinó que el fin del conflicto con Rusia está lejos de terminar, pero destacó, a la vez, que, apoyando a Ucrania, Europa también se protege a sí misma de la peligrosidad que representa el mandamás ruso. Tarea pendiente para los líderes de las grandes potencias antes de que sea realmente tarde.