Es necesario y propicio para los intereses del país que se normalicen y se afiance la labor y gestión de organismos de la cultura, que la actual administración nacional, en un determinado momento, estuvo a punto de cesar en sus funciones o recortar su capacidad de acción en gran medida.
Hombres y mujeres de la cultura aspiran a que el Fondo Nacional de las Artes (FNA), creado en 1958, que estuvo a punto de desaparecer junto con el Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Visuales (INCAA), pueda continuar con su valiosísima misión: promover y desarrollar la producción artística en el país, financiando su formación y la creación de sus obras artísticas.
La aspiración mayoritaria es que continúen los concursos nacionales como el de Arquitectura y Patrimonio, el de Letras (para escritores e ilustradores) o el certamen para la Publicación de Literatura Infantil. En cambio, no está definido aún el futuro de las becas creación.
A lo largo de su historia, destacados artistas como Astor Piazzolla, Sara Facio, Marta Minujín, Leopoldo Torre Nilsson, Antonio Berni, Leonardo Favio, Julio Le Parc y Alejandra Pizarnik, entre otros, tuvieron el respaldo del FNA para sus proyectos.
En 1963 Sara Facio compró su primera cámara fotográfica con un préstamo del Fondo. El mendocino Favio, y su maestro Torre Nilsson, tuvieron sus primeros equipos de filmación gracias al apoyo de la institución. En 1959, la escritora Alejandra Pizarnik se fue a estudiar a la Sorbona, en París, donde conoció a Julio Cortázar y fue su mecanógrafa.
La lista de apoyos y logros de grandes creadores es mucho más extensa. Los auxilios económicos dispuestos facilitaron la creación y el desarrollo de grandes obras. Los artistas, tal vez, hubieran llegado igual a sus etapas consagratorias, pero con el estímulo económico del Fondo, los caminos se acortaron.
Por eso, trabajadores del área y artistas en general enfatizan en que no se puede ir más hacia atrás. Para ellos es negativo que la inversión destinada a la cultura apenas represente 0,2% del presupuesto nacional, pero, sin embargo, el sector genera un significativo valor agregado del 1,8 por ciento.
En vez de subsidios a la creación, “sin control y por amiguismo”, las nuevas autoridades darán una línea de créditos para impulsar la actividad cultural; los artistas deberán devolver el crédito a partir de la rentabilidad generada por sus proyectos.
El coleccionista Tulio Andreussi Guzmán, es el flamante presidente del Fondo Nacional de las Artes.
Los hacedores culturales esperan que incentive y promueva el talento de los artistas.
Por su parte, en el área de la Secretaría de Cultura de la Nación, que conduce Leonardo Cifelli, se insiste en que la institución continuará brindando porcentajes de subsidios, pero solo con el presupuesto generado por utilidades del propio Fondo, es decir, solo con el dinero que obtengan a través de inversiones o de la devolución de los créditos.
¿Será suficiente o de esa forma se limitará la producción artística en todos sus ámbitos? Frente a cierto optimismo y convencimiento del sector oficial, representantes del quehacer cultural mantienen sus dudas. Renata Schussheim, reconocida diseñadora de vestuario y escenógrafa, dijo lo siguiente cuando fue consultada sobre las políticas culturales del actual gobierno por la revista “Viva” de Clarín: “Te soy franca: es una pesadilla que nunca pensé que iba a vivir. Que iba a ver semejante desguace cultural con instituciones como, por ejemplo, el Fondo Nacional de las Artes. Esto que está ocurriendo es una cachetada atrás de otra, están desarmando todo, sacan gente que trabajaba en archivos. Había ‘ñoquis’, claro, pero hay cosas que son irreparables en cuanto a lo cultural”.
