Los datos finales sobre la actividad en 2023 terminaron por corroborar los relevamientos previos y las advertencias lanzadas por dos sectores claves: la industria y la construcción cayeron en su actividad el año pasado.
La producción fabril retrocedió 1,8%, mientras que la construcción cayó 3%, según el informe del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).
La alta inflación y las trabas generadas para la importación de insumos por parte de la administración de Alberto Fernández, bajo las directivas del ministro Massa, aparecen como las principales causas del retroceso.
A esos factores se sumaron la sequía, que provocó una fuerte baja en la agroindustria, con impacto en las inversiones, y la incertidumbre política por el año electoral.
La caída en la construcción es, sin dudas, un factor preocupante, ya que tanto el Gobierno nacional como las administraciones provinciales intentaron en 2023 mantener la obra pública o iniciar nuevos proyectos, tentados por el clima electoral.
Javier Milei inició su mandato anunciando que no habría fondos para obra pública dado la necesidad de reducir las erogaciones del Estado para lograr equilibrio fiscal y evitar una hiperinflación. La premisa es que los distintos gobiernos alienten la inversión privada a través de iniciativas o de acuerdos complementarios, que permitan la explotación o concesión del emprendimiento de los desarrolladores.
Tales obras, como rutas, puentes, diques o calles, demandan inversiones millonarias que no podrán ser solventadas por empresas privadas, que carecen de esos recursos o bien no tienen acceso al financiamiento internacional.
Esa acción sí puede ser emprendida por el Estado nacional ante diversos organismos multilaterales, impulsada por el dato de que la Argentina goza ahora de mayor credibilidad en esos centros de financiamiento multilaterales.
La construcción es una de las industrias mano de obra intensiva, cuya actividad derrama en distintos sectores; de allí la necesidad de que la Nación y las provincias encuentren financiamiento para sostener la actividad.
En el caso de la industria, el ingreso de dólares a las reservas del Banco Central, que se multiplicaría a partir de marzo-abril con la venta al exterior de la cosecha de granos, puede favorecer el ingreso de insumos imprescindibles.
Ambos sectores requieren de otra mirada por parte de un Gobierno enfocado casi exclusivamente en la necesidad de lograr la estabilidad macroeconómica.
Este es un paso necesario para evitar una mayor debacle. La actividad necesita de señales, medidas y apoyo crediticio, que permitirían una rápida salida de la recesión y el mantenimiento de los puestos de trabajo.
La baja de la inflación es un objetivo irrenunciable, que no debe postergar la búsqueda de soluciones para la recuperación de la construcción y de la industria.