Casi en paralelo con el Mundial de Fútbol de Qatar y que concluyó el domingo 18 de diciembre con el triunfo de la Selección Nacional, en otro lado del mundo se realizó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Biodiversidad (COP15), que tuvo por sede la ciudad de Montreal (Canadá), bajo la presidencia de China.
Si bien la conquista del combinado argentino nos alegró, en la cumbre ecuménica del ambiente no pudimos escalar los primeros puestos.
En realidad, pocos países o casi ninguno se puede arrogar el triunfo porque la pérdida de biodiversidad en el planeta es comprobable y la protección del 30% de la superficie del planeta en 2030, continúa siendo un enorme desafío para la humanidad.
Las tratativas de la ONU, con la participación de 195 estados, concluyeron con compromisos para recomponer áreas degradadas, detener la extinción de especies animales y movilizar financiación desde las naciones desarrolladas a las más pobres.
La COP15 ha plasmado un acuerdo para intentar revertir la pérdida de biodiversidad sin precedentes que maltrata al planeta y de la que son responsables los habitantes de la Tierra.
El pacto suscripto compromete a los firmantes a que, en 2030, 30% de las “zonas terrestres, aguas continentales y costeras y marinas” se “conserven y gestionen eficazmente mediante sistemas de áreas protegidas”.
Se trata de un reto de amplias proporciones porque desde hace más de cuatro décadas se viene batallando por estas acciones de protección de los recursos naturales dispersos a lo largo y ancho del planeta.
Según últimas evaluaciones de Naciones Unidas, hoy alrededor de 17% de la superficie terrestre y 10% de la marina están bajo protección. Además, el convenio de Montreal establece que “al menos 30% de las áreas de ecosistemas terrestres, de aguas continentales y costeras y marinas degradadas” estén restauradas o en proceso de conseguirlo hacia 2030.
Estamos entonces frente a una instancia decisiva y por eso a la reunión canadiense se ha denominado Acuerdo de París de la biodiversidad, en referencia al trascendental tratado de lucha contra el cambio climático de 2015, celebrado en la Ciudad Luz.
Nuestro país estuvo representado por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, quien expuso la posición nacional en el Segmento de Alto Nivel como parte de su participación en la COP15 de Diversidad Biológica. El funcionario dijo: “Somos el pulmón verde del planeta y queremos seguir siéndolo. Es necesario que se reconozcan los servicios que brindan los ecosistemas de los países en desarrollo, porque sin nuestros bosques, humedales, glaciares y mares, el mundo no sería el mismo”.
Aunque nuestra nación tiene más del 30% del territorio terrestre protegido, Argentina es un país con gran diversidad de ecorregiones que albergan gran biodiversidad. Pero, ésta se ve afectada por las mismas amenazas identificadas a nivel global, entre las cuales resaltan: la imparable deforestación, la continua degradación y destrucción de humedales y los frecuentes incendios forestales.
Argentina se halla en emergencia forestal y se ubica entre los países que más deforestan. Según Naciones Unidas y la plataforma Global Forest Watch, la zona más afectada es la región del Chaco. Si bien la Ley de Bosques Nativos, sancionada hace 15 años, fue fundamental para atender la crisis que atravesaban estos ecosistemas en el país, desde la sociedad civil se advierte sobre la parcial implementación por parte de las autoridades de todos los niveles del Estado.
