Los incendios provocados por el viento Zonda a fines de octubre fueron los más grandes y devastadores de los últimos 20 años y se necesitarán, según especialistas, entre 3 y 4 décadas para recuperar las áreas afectadas.
Afortunadamente, se han iniciado las respuestas ante el desastre ocasionado por las llamas. En primer lugar, con la declaración del gobierno de Mendoza del estado de emergencia ambiental y habitacional, a raíz de los daños sufridos por el viento e incendios. Mediante esta norma, habrá partidas presupuestarias para dar atención adecuada a los damnificados.
Muchos habitantes del eje de la ruta provincial 82, entre Las Compuertas y Cacheuta, Luján de Cuyo, sufrieron daños totales o parciales graves en sus viviendas especialmente en el paraje Colonia Suiza o Rincón Suizo.
Entonces, hay mucho por hacer: restablecer los ambientes quemados, con una restauración pasiva que implica de algún modo restringir el acceso a sectores muy afectados, y con una acción activa consistente en volver a plantar la especie dominante de estas zonas, que es la jarilla. Una tarea similar ya se hizo en el incendio del cerro Arco, hace cuatros años, cuando se implantaron más de 500 plantas del arbusto silvestre.
Por otra parte, el Instituto Nacional del Agua (INA) está evaluando los efectos y riesgos hidrológicos remanentes en el piedemonte al oeste del Área Metropolitana de Mendoza, tras los devastadores incendios, tarea en cooperación técnica con el Conicet Mendoza para estudiar la problemática, al igual que se hizo para el incendio del 2018. El fin del estudio es cuantificar los impactos hidrológicos causados por los incendios, así como estimar los riesgos asociados a la erosión del suelo y las posibles crecidas aluvionales en caso de tormentas severas.
Las investigaciones revelaron que un total de 3.858 hectáreas resultaron quemadas, distribuidas en tres zonas principales: Zona Norte: El Challao y Divisadero Largo, 1.854 hectáreas; Zona Sur, Vertientes de Piedemonte, Las Compuertas, 1.991 ha y sector de Colonia Suiza, Blanco Encalada, 13 ha.
Se busca cuantificar los impactos hidrológicos causados por los incendios, así como estimar los riesgos asociados a la erosión del suelo y las posibles crecidas aluvionales en caso de tormentas severas. Esto es una amenaza para muchas radicaciones de viviendas en zonas del piedemonte, especialmente en el área del camino de la Unión, que sale en forma perpendicular a la ruta 82, hacia el oeste, región del antiguo litigio de límites entre Luján de Cuyo y Las Heras. Allí en forma escalonada están establecidos numerosos barrios que se encuentran expuestos a las crecidas derivadas de las fuertes lluvias veraniegas.
En este sentido hay que actuar en forma inmediata y estructurar las defensas convenientes para esos asentamientos habitacionales, que no progresaron de manera organizada y de acuerdo a las modernas normas de la zonificación territorial. Asimismo, se deben implementar todas las acciones que hagan falta para que el avance de los equipos de bomberos y brigadistas cuando hay fuego en el campo, no encuentren impedimentos como picadas no aptas para el paso de vehículos, tranqueras con candados, construcción en los campos de picadas cortafuego, que son “fajas” que proporcionan una barrera física para el paso del fuego, además de la construcción de cisternas para el almacenaje de agua en puntos estratégicos.