Los incendios forestales y de campos en todo el país son un flagelo muy grande, que produce pérdida de vidas humanas, ingentes daños materiales y una descompensación extrema en la flora y la fauna de vastas regiones.
Los siniestros en el delta del río Paraná, en el norte de Córdoba y en las provincias del noreste del territorio, están causando pérdidas de altísima magnitud, en la infraestructura propiamente dicha y en lo ecológico, por la pérdida de bosques nativos y campos agrícolas. Cada vez que se inicia un incendio forestal se pone en juego la biodiversidad y el patrimonio ambiental de los lugares afectados.
En Mendoza estamos algo mejor que en el resto del país, pero por poco, porque la amenaza sigue siendo muy grande.
Por lo pronto, las autoridades provinciales advirtieron que, para el 25 de agosto, se habían registrado más de 500 focos de incendios. Tamaña amenaza conlleva el riesgo de sobrepasar la capacidad operativa de los sistemas de prevención y combate.
El Plan Provincial de Manejo del Fuego, la competente repartición que tenemos para defendernos de esta destrucción, ha renovado su alerta y pide la colaboración de los productores y dueños de propiedades rurales para que en sus dominios se evite la propagación de quemas intencionales. El organismo dispone de tecnología satelital para detectar con bastante rapidez y precisión los orígenes del fuego, pero nunca estará de más que la población colabore advirtiendo sobre tal o cual escenario de peligro. Es lo que ocurrió en General Alvear, donde vecinos denunciaron a un individuo que circulaba en moto y arrojó elementos incendiarios en una finca.
Los orígenes de los siniestros se deben a la combinación de varios factores, entre otras condiciones meteorológicas como temperatura y nubosidad, la humedad relativa en el ambiente, la velocidad de los vientos y la concentración de combustible vegetal. Y, como hemos visto, a la intención.
Además, no pocos estragos tienen inicio en la utilización del uso ilegal de fuego para la limpieza de acequias, canales y cupos de riego que hacen muchos particulares.
Tales prácticas están totalmente prohibidas por la Ley provincial N° 6.099 (Incendios forestales), que prevé fuertes multas y por aplicación del Código Contravencional (Ley 9.099), que impone días de arresto y un gravamen de $ 50.000.
Cada vez que se inicia un incendio forestal se pone en juego la biodiversidad y el patrimonio ambiental de la provincia.
Finalmente, hay que mencionar que los dueños de medianas y grandes extensiones tienen que tener habilitadas picadas cortafuego perimetrales, limpias a suelo mineral y de no menos de 6 metros de ancho, según lo establecido por la Resolución 221/18 de la Dirección de Recursos Naturales Renovables.
Además de las malas prácticas comentadas en los campos, algunas sencillas recomendaciones son evitar arrojar colillas o fósforos encendidos en rutas y/o descampados y no abandonar botellas u otros vidrios en zonas rurales, ya que con la presencia del sol pueden funcionar como lupa e iniciar el fuego. También es importante, al hacer fogatas o fogones, rodear de piedras para evitar que el fuego se extienda y tener a mano arena, tierra y/o agua.