Mendoza, sus gobernantes y sus habitantes, tienen el irrenunciable deber de defender el árbol con ahínco, dado que es unos de los bienes más preciados del territorio junto con el agua, en un suelo con un clima semidesértico y agobiantes temperaturas en la época del estío.
Cada 29 de agosto se evoca en Argentina el Día del Árbol, establecida en 1900 desde el Consejo Nacional de Educación, con el fin de concientizar sobre la necesidad de proteger las superficies arboladas y plantar árboles.
En Mendoza la fecha, como jornada se recuerda cada 15 de agosto.
Interpretamos que la obligación de los moradores de distritos y departamentos es colaborar con un crecimiento sano de los forestales que tienen asignados en los frentes de viviendas, regándolos y evitando realizar podas sin el asesoramiento de especialistas agrónomos, y hacer lo posible para que los ejemplares tengan un crecimiento armónico, de acuerdo con las normas de la botánica.
Hay que velar por la cultura del árbol y conseguir que los ejemplares de calles, rutas y espacios públicos recuperen su lozanía y nos sigan brindando la protección que a diario ofrecen, más ahora que las temperaturas diarias irán en paulatino ascenso.
Por fortuna, en la provincia actúan muchas organizaciones civiles que se aplican al cuidado del imprescindible aliado y fomentan la plantación de pequeños bosques en distintos espacios desprovistos de sombra. Puede resultar injusto no nombrar a todas esas entidades, pero permítasenos señalar a uno de los muchos grupos que trabajan en la comunidad, que lidera Patricia Girotti, una vecina que dio vida a pequeños bosques en distintos ambientes departamentales.
Estos ejemplos tienen que estimular y ser imitados en los distintos distritos del Gran Mendoza dado que generaría una conciencia ambiental.
En tanto, de los funcionarios y oficinas gubernamentales, el ciudadano espera que cada vez que se planifica una obra pública, el proyectista tenga muy en cuenta la preservación de los árboles al momento de ejecutar tal o cual emprendimiento.
A veces una determinada realización (de carácter vial, de riego o de arquitectura), que implica un beneficio para la población, conlleva sacrificar muchos forestales. Pensamos que se podría realizar cuidando la relación de la masa arbórea y el cemento. Fue el caso de la ejecución del Memorial a la Bandera de los Andes en el Parque Cívico, frente a la Casa de Gobierno, donde se cortaron ejemplares pero no en el número excesivo que se previó al principio.
Otro estímulo para concientizar sobre los forestales es el concurso que ha lanzado el Colegio de Arquitectos de Mendoza (Camza), Regional Sur, desde el Observatorio del Desarrollo Urbano de San Rafael, bajo la denominación “Buscando el árbol más antiguo de San Rafael”. El certamen se enmarca en las múltiples acciones para la conservación a través de estrategias de educación que intentan revertir los efectos de una crisis ambiental evidente, con la consecuente degradación y deforestación de los bosques nativos y del oasis artificial.
El árbol espera mucho cariño y protección; él devolverá con sombra y frescura.