La gestión provincial que comienza hoy, nuevamente al mando de Alfredo Cornejo, deberá enfrentar desafíos de suma importancia, en especial ante la necesidad de conseguir una mayor proyección de la provincia más allá del difícil contexto nacional actual.
En su primera gestión, que finalizó en diciembre de 2019, el gobernador Cornejo tuvo el mérito de ordenar las cuentas de la Provincia, paso siempre necesario en virtud del escenario complejo que genera la inestabilidad económica que abunda en el orden nacional desde hace décadas.
Sin embargo, en base a aquel reordenamiento de los números y teniendo presente que la gestión que hoy finaliza debió confrontar con los trastornos que generó la pandemia, a partir de este momento la misión del Gobierno debería tender al logro de un crecimiento de la provincia en la mayoría de los órdenes, para lo cual se requiere adoptar el desafío de generar ideas que suplanten el agotado discurso de responsabilizar a la Nación por la mayor parte de los problemas que se deben enfrentar en este ámbito.
Más allá de los desafíos constantes que genera la inestabilidad económica, esta nueva gestión gubernamental debe apostar firmemente al despegue económico de Mendoza. Las condiciones están dadas para ello. El potencial provincial es claro, evidente. Lo confirman y apuntalan sectores del empresariado privado que ofrecen su apoyatura a la gestión pública para intentar el anhelado arranque.
Mendoza sufre un estancamiento de casi una década en cuanto a su crecimiento, pese a lo cual sigue trascendiendo a nivel nacional e internacional por el relativo desarrollo de su economía alcanzado, sus atractivos turísticos y la muy buena conectividad con importantes destinos del exterior.
Y para enfocar hacia esos objetivos, debe ser bien considerada la decisión del nuevo gobierno provincial de gestionar con menor cantidad de funcionarios públicos, con criterios de mayor austeridad en el manejo de los recursos que maneja el Estado y buscando optimizar el rendimiento de la gestión a través de un rediseño de la estructura ministerial.
Es que, lamentablemente, hay una contracara, la pobreza, que interpela y que surge detrás del citado empuje para volver a motorizar la economía provincial. Se debe tener presente desde el poder el contexto de caída de recursos que humilla a los argentinos, al que no escapa nuestra provincia y, por lo tanto, también interpela a las autoridades locales. Hay en estos momentos en Mendoza, en promedio, un 40% de personas bajo la línea de la pobreza, lo cual compromete a las autoridades de turno a buscar políticas que permitan generar condiciones laborales dignas y accesibles.
En una reciente edición, desde nuestras páginas señalábamos que la crisis inflacionaria hizo que, en un año, entre el primer semestre de 2022 y el primer semestre de 2023, más de 18.000 niños se sumaran a la situación de pobreza en el Gran Mendoza. Son datos oficiales, de la Encuesta Permanente de Hogares que efectúa el Indec.
Ante empresarios, el gobernador que hoy asume admitía hace poco ante empresarios locales que el deterioro económico y social del país ha alcanzado parámetros de una magnitud pocas veces vista y que en ese contexto debe iniciar su nueva gestión, lo cual marca un enorme desafío, según sus propias palabras.
Con más razón, por lo tanto, es menester intentar desde el poder volver a potenciar a la Mendoza económica, de modo de buscar mecanismos que conduzcan a una calidad de vida mucho más digna para tantísimos mendocinos olvidados en la pobreza.