Lo dijo el dramaturgo George Bernard Shaw: “La estadística es una ciencia por la que si mi vecino tiene dos automóviles y yo ninguno, ambos tenemos uno”.
Una británica manera de poner en duda las matemáticas o, para ser justos, lo que hacemos con ellas: los números, al fin, dicen lo que quieren decir quienes los esgrimen.
El párrafo anterior enlaza perfectamente con el informe que acaba de dar a conocer el Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), en el que se desmenuza uno de los tantos motivos de celebración del Gobierno nacional en su lucha contra el déficit y la inflación.
Celebración referida a una reducción interanual del 32% en el gasto primario, un porcentaje que aquí y en todas partes merecería un capítulo en el libro de los récords, para el caso de que las matemáticas no se tropezaran –una vez más– con la dura realidad cotidiana, perceptibles en los niveles de actividad y en la caída del poder adquisitivo de los salarios.
Los datos aportados por el informe del Iaraf sirven para medir la distancia que a veces media entre las estadísticas y la realidad.
Parafraseando a Shaw, que nuestro vecino y nosotros tenemos un automóvil cada uno, aun cuando sigamos siendo peatones.
Entre la probabilidad y los hechos, suelen ocurrir esas paradojas.
Da la casualidad, expuesta en dicho informe, de que en Argentina el gasto se reduce significativamente mientras los ingresos caen en el mismo lapso un 15% en materia tributaria y no tributaria, un dato que resulta impresionante. Claro que todo tiene su explicación.
Señala el Iaraf que los ingresos de los jubilados cayeron en el mismo período un 29%, mientras los salarios se reducían un 7%; las transferencias a las provincias, un 13%; los subsidios a la energía, otro 13%, y la inversión real, el 14%.
Sólo en el pasado mes de junio las provincias resignaron un 97,5%; los subsidios energéticos, un 81,2%, y las universidades, un 95,1%
Uno de los pilares del método empleado consiste en demorar los pagos de modo casi indefinido o directamente en no pagar ciertas obligaciones convenidas, algo que la Nación puede hacer de manera arbitraria, pero no los simples particulares.
El recurso de negar deudas y acreencias diversas no dista mucho de la cesación de pagos que pondría a cualquier empresa en convocatoria de acreedores, con la salvedad de que dichas empresas no pueden darse el lujo de hacerles pagar el costo a terceros. Como sea, lo importante de todo esto sería que en un gesto de honestidad intelectual se reconociera que por ahora una parte de la gestión económica del Gobierno nacional consiste es endosar el déficit a provincias, asalariados, empresas, jubilados y universidades, lo que dista mucho de ser un plan de recuperación económica, que es precisamente lo que toda la sociedad argentina espera con avidez mientras sostiene alta la expectativa de que esta vez el esfuerzo valga la pena.